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En este libro, en continuidad conceptual con otros trabajos anteriores como Arqueología de la identidad y La fantasía de la individualidad, Hernando se pregunta por las razones de la creciente violencia, misoginia y explotación. La corriente de la historia aporta, a este respecto, dos tesis innovadoras y disruptivas. Por un lado, plantea una suerte de paradoja: cuando creemos estar luchando contra el patriarcado (ese orden social que da importancia a los rasgos asociados a la individualidad -racionalización, tecnología, especialización profesional, riqueza- y minusvalora lo relacional -la generación y sostenimiento de vínculos, la pertenencia a la comunidad, a un lugar-) podemos en realidad estar reproduciéndolo. En efecto, al «actuarlo» sin ser conscientes, el patriarcado se reproduce en nuestras relaciones con el espacio y con nuestro cuerpo.
Por otro lado, la autora argumenta que, con la expansión de Internet, las plataformas y las app, la construcción de nuestras identidades está cambiando. La transformación de nuestra forma de entendernos como personas, así como de nuestra relación con el mundo, es tan radical que Hernando habla de una nueva etapa del ser humano. La Poshistoria se presenta así como un cambio de la misma magnitud que el que supuso la aparición de la escritura (y que dio paso a la Historia). Esta gigantesca mutación implica una mayor complejidad socioeconómica, una creciente distancia con el mundo que nos rodea y con las demás, y una nueva vuelta de tuerca en la individualización; todo lo cual contribuye, sin quererlo, a reproducir un mundo más patriarcal.
Más allá no obstante del análisis, Hernando quiere llamar la atención sobre la dimensión ética de las transformaciones en curso. En este sentido, solo al resaltar y ampliar los vínculos que requerimos para vivir, y cuya importancia el patriarcado se empeña en ocultar, se podrán abrir los caminos para otro futuro.