No es nada sencillo entender o explicar cómo las autoridades públicas pudieron tomar masiva y globalmente medidas de consecuencias tan graves, y de eficacia cuanto menos dudosa al momento de decidir su implementación. Más complejo aún es comprender cómo han podido sostenerlas cuando los estudios muestran que la letalidad del virus es entre diez y veinte veces menor que la que se le había atribuido inicialmente, y cuando las consecuencias negativas del gran encierro son ya ostensibles y su eficacia para disminuir el impacto de la pandemia entre escaso y contraproducente. Todo esto ha propiciado la proliferación de teorías conspirativas de todo tipo, desde las que planteaban que el virus era una creación de laboratorio, hasta las que negaban la existencia misma del virus. Aquí ofreceremos un esbozo de explicación que, creemos, ayuda a entender simultáneamente cómo fue posible una reacción tan uniformemente sustentada en el pánico, y por qué quienes no se plegaron a la ola de temor tendieron a recurrir a teorías conspirativas para explicar las acciones autoritarias de los gobiernos.