Bartleby, el escribiente es una de las narraciones más extrañas de la historia de la literatura, y su protagonista uno de los más excéntricos especímenes de la raza humana, cuyo lúcido e implacable nihilismo recuerda las teorías chinas acerca de la conducta ideal del emperador y del hombre santo. Desde el mismo momento de su nacimiento, el relato de Herman Melville ha espoleado la polémica y ha generado el intenso interés que garantiza la inmortalidad de una obra literaria: la fascinación.
Bartleby, el escribiente es considerado hoy un precursor insólito de los mejores relatos de Kafka.
En El campanario asistimos al trágico final de un personaje fáustico, y en su trama se percibe la influencia de su amigo Nathaniel Hawthorne. Los dos templos consta en realidad de dos textos: el primero fue censurado en su día para no herir la sensibilidad religiosa de los lectores; y el segundo, escrito en 1849 durante un viaje a Europa, describe Londres como una ciudad babilónica. En El hombre pararrayos brilla el talento irónico de Melville contra los abundantes predicadores que en aquella época vivían de propagar la salvación ante un fin del mundo inminente. El violinista, en fin, se ha interpretado como una elaboración simbólica de su destino como escritor.
BARTLEBY, EL ESCRIBIENTE
Y OTROS CUENTOS
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Editorial:
Coleccion del libro:
Idioma:
Castellano
Traductor/a:
Número de páginas:
176
Dimensiones: 190 cm × 120 cm × 0 cm
Fecha de publicación:
Materia:
ISBN:
978-84-7702-608-2
AUTOR/A
MELVILLE, HERMAN
Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) Novelista estadounidense y una de las principales figuras de la historia de la literatura. A los diecinueve años, descartando la posibilidad de ir a la universidad, comenzó a embarcarse en viajes que inspiraron sus obras, pasando algún tiempo en las islas del Pacífico. De regreso a Estados Unidos trabajó como profesor y en 1841 viajó a los Mares del Sur a bordo del ballenero «Acushnet». Esta experiencia le sirvió para escribir Moby Dick. Su exploración de los temas psicológicos y metafísicos influyó en las preocupaciones literarias del siglo xx. Su muerte el 28 de septiembre de 1891 pasó desapercibida. Fue enterrado en un cementerio de la parte norte del Bronx.