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«A duras penas, en la confusión, pudimos acercarnos a La Junquera. La gente, asustada, gritaba: "¡Llegan los fascistas!".»
Para Enric Mèlich, el exilio y la frontera significan vivencias políticas y lucha. Tras cruzar a Francia con catorce años por el paso de Le Perthus, cuando las tropas franquistas ya tomaban Cataluña, Mèlich vivió un exilio intenso, atravesado por la lucha contra el fascismo y por el deseo de ayudar a derrotar el franquismo.
Miembro de la resistencia francesa contra los nazis, Mèlich participó de una red de evasión que trasladaba a resistentes, judíos y otros perseguidos a Andorra; y, posteriormente, ingresó en la compañía Jean Robert del maquis francés. Mientras todavía se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, en octubre de 1944, tomó parte en la catastrófica invasión de la Vall d'Aran, organizada por la UNE, liderada por el PCE, que acabó con la muerte de 129 guerrilleros y otros cientos de heridos, detenidos y condenados a muerte. Mèlich salvó el pellejo, volvió a las filas de la resistencia y, finalizada la guerra, rechazó entrar en el Ejército francés.
A partir de entonces, Mèlich centraría su actividad en la lucha clandestina contra el franquismo, pasando a personas y publicaciones a través de la frontera; militando en las Juventudes Libertarias y participando en las actividades de Defensa Interior (DI), la organización del movimiento libertario para la lucha armada contra el franquismo.
Distribuidor de la mítica editorial Ruedo Ibérico y librero, la vida de Enric Mèlich, que hoy sigue manteniendo una inquietud y una actividad intelectual incesantes, es el testimonio de una parte del exilio que no se resignó ni se instaló en la nostalgia.