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En ningún momento pensó Alberto Cañedo que su sueño de ser alcalde de su pueblo acabaría en pesadilla. Sin embargo, este hijo de emigrantes retornado a Extremadura, en un raro flujo de vuelta a una tierra que cuenta hoy prácticamente con la misma población que hace un siglo, seguramente vol vería a actuar del mismo modo una y otra vez. Lo haría a pesar de que sobre él pesa una condena de diecisiete años de inhabilitación como cargo público y la obligación de pagar, entre multas y costas judiciales, cerca de 120.000 euros. La cantidad de conexiones y estilos caciquiles que se acumulan, desgraciadamente, en la política extremeña, hace necesario revisar ciertos casos. Entre ellos, el de este carcaboseño que llegó a la política de la mano de una plataforma ciudadana; el de este alcalde que comenzó su revolución verde plantando dos tomateras frente al ayuntamiento, en un trabajo de largo recorrido reconocido por la UNESCO, que incluyó el reparto de lotes de tierra municipal para huertos de consumo, la habilitación de jardines comestibles, el apoyo de cooperativas transformadoras, de producción y distribución local y la realización de proyectos ecológicos de todo tipo. Un alcalde que se enfrentó a una oposición que, según asegura Alberto, no jugó limpio desde que, en la toma de posesión, le arrojó, literalmente, el bastón de mando. Ésta es, por tanto, una extensa entrevista en la que el exalcalde habla también de los hermanos Bueno, pequeños empresarios de Carcaboso que comenzaron su andadura política en Alianza Popular y que, por no se sabe qué extraña pirueta ideológica, acabaron de líderes locales del PSOE. A pesar de todo, Alberto y su sucesora, Lorena Rodríguez, quien ha continuado como alcaldesa un proyecto que reivindican colectivo y que logra, elección tras elección, cada vez mayores apoyos en el pueblo, no caen en el pesimismo. Así lo reivindica él durante la entrevista: ?Hace falta recuperar la alegría, la consciencia de que la gente es capaz de cambiar las cosas?.