Un libro que tiene el encanto de haber sido escrito en el preciso momento histórico en el que se gestaban las actuales políticas prohibicionistas sobre las drogas y que, por ello, cuenta con el privilegio de poder mostrarnos de la primera mano tanto las reacciones que dischas políticas desataron entre, al menos, cierta parta de la intelectualidad británica de la época, como los drásticos y lamentables cambios que sufrió el mercado de las sustancias psicoactivas una vez las leyes antidroga comenzaron a entrar en vigor. Escrita por alguien que fue capaz de labrarse una cosmovisión radicalmente distinta a la que ofrecía su época y de vivir de acuerdo con ella: haciendo en todo momento su simple y sencilla voluntad, es decir, haciendo siempre lo que quería. Ahí es nada.