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Conocido como el comandante yanqui, la vida de William Alexander Morgan es una mezcla fascinante de aventuras, idealismo y tragedia. Su vida temprana en Estados Unidos estuvo marcada por la inestabilidad: se casó y se divorció a los diecinueve años, incursionó en el mundo del hampa y fue arrestado cuando intentaba ingresar al Ejército después de ser dado de baja por la Marina de Estados Unidos debido a su conducta. Su vida parecía estar en un espiral descendente hasta que un viaje a Cuba en 1957 lo haría coincidir con la revolución en curso contra el dictador Fulgencio Batista.
Su naturaleza audaz y su deseo de aventura lo llevaron a unirse a las fuerzas revolucionarias lideradas por Fidel Castro, donde rápidamente ascendió en las filas debido a su valentía y habilidades en combate. Luego del triunfo de la revolución, Morgan se casa con Olga Rodríguez, una cubana compañera de lucha con la que tuvo dos hijas. Sin embargo, la felicidad del comandante no duró mucho. Cuando Castro comenzó a exponer su afinidad ideológica con el comunismo, Morgan manifestó abiertamente su desacuerdo. Poco después fue acusado de traición por el régimen y, en 1961, fue fusilado en una fortaleza de La Habana.
?Es una historia increíble en el sentido de que había un tipo que era un holgazán, dado de baja deshonrosamente del ejército, un parásito de la mafia, y se había reinventado en un sentido profundamente estadounidense e, increíblemente, no solo se reinventó a sí mismo y encontró un propósito, sino que se destacó en esta etapa histórica y luego sobresalió aún más para convertirse en una figura que parecía podría haber afectado el equilibrio del poder mundial.?
David Grann entrevistado por Paige Williams en www.nieman.harvard.edu