La historia de una rave que salió mal, marcada por el costumbrismo millennial y el descubrimiento del feminismo a través de un grupo de turistas posadolescentes. Todo empieza y todo termina con esta fiesta: la que protagonizan cuatro jóvenes a las que los demás miran como si viajaran «solas» aunque ellas sepan que no pueden estar mejor acompañadas. Nadia, Jero, María y Paula tienen 18 años y se encuentran de viaje en la costa de Nápoles. Están a punto de cruzar el umbral de la vida adulta y esas vacaciones improvisadas prometían convertirse en las que iban a definir el resto de sus vidas. Entre la euforia de la adolescencia, los paisajes idílicos de Sorrento, las conversaciones sobre sexo y religión y una música ligera que les acompaña en los auriculares en todo momento, las cuatro deberán afrontar un episodio traumático que lo romperá sus expectativas en mil pedazos. Con una prosa sencilla y directa que unas veces recuerda a las autoras de la Alt Lit y otras a las primeras novelas breves de Virginie Despentes, la escritora, traductora y editora Marina L. Riudoms ha recogido en Había una fiesta cada uno de esos pedazos y los ha convertido en una novela lúcida sobre el paso a la madurez, el abuso sexual, la construcción de la amistad y la inocencia perdida.