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En 1978, cuando Ron Stallworth (el primer detective negro del Departamento de Policía de Colorado Springs) encontró un anuncio clasificado en el periódico local pidiendo a todos los interesados en unirse al Ku Klux Klan que se pusieran en contacto a través de un apartado de correos, hizo su trabajo y respondió con interés, usando su nombre real, pero haciéndose pasar por un hombre blanco. Imaginaba que recibiría algunos folletos y revistas por correo, y aprendería un poco más sobre una creciente amenaza terrorista en su comunidad. Pero unas semanas más tarde sonó el teléfono y la persona al otro lado le preguntó si le gustaría unirse a la causa supremacista. Stallworth contestó afirmativamente, arrancando así una de las investigaciones encubiertas más audaces e increíbles de la historia.