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Hay una lengua que yo hablo o que me habla en todas las lenguas. Una lengua a la vez singular y universal que resuena en cada lengua nacional cuando quién la habla es un poeta. En cada lengua fluyen la leche y la miel. Y esa lengua yo la conozco, no necesito entrar en ella, brota de mí, fluye, es la leche del amor, la miel de mi inconsciente. La lengua que se hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas. El breve texto que aquí se propone, una prosa poética, emotiva y encendida a la vez, guía al lector por un trayecto que, iniciado en las vivencias de la lengua materna y del exilio geográfico y lingüístico, se afianza en la experiencia de la escritura como nacimiento y maternidad para culminar, definitivamente sentados sus derechos, en el libre pero regulado goce de su ejercicio. Novelista, ensayista y dramaturga francesa nacida en Argelia, la autora refleja en su obra las influencias recibidas del estructuralismo y el psicoanálisis, puestas centralmente al servicio de un tema al que dedica su fervorosa pero sutil reflexión: la escritura femenina.