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La risa, como fenómeno, no acostumbra a ser objeto de estudio. Tiene sentido; cuando la reflexión entra por la puerta, la comicidad se va por la ventana. Sin embargo, puede ser que, escondida entre carcajadas, encontremos alguna pista acerca de cómo es nuestro tiempo, y qué nos caracteriza como miembros de una cultura concreta. ¿De qué nos reímos? ¿Qué se activa en nuestra mente para que ciertas bromas nos hagan reír y otras nos parezcan de mal gusto? ¿Podemos encontrar algo común en el fondo de cada carcajada? ¿Qué dice la risa sobre cada uno de nosotros? Henri Bergson, por primera vez en la historia de occidente, trató de dar respuesta a todas estas cuestiones. A primera vista, parecería que los motivos que nos hacen reír hoy en día difieren mucho de los que provocaban carcajadas a finales del siglo XIX. Al fin y al cabo, Bergson nunca vio un meme ni conoció los stand-up. Pero hoy, cuando los límites del humor aparecen por todaspartes, resulta interesante salir de la disputa sobre si la burla a un presidente es ofensiva o no, y tratar de entender la risa como puerta de entrada a nuestros dogmas más pr