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¿Solo el dolor es real?, escribe Pilar Salamanca. Y es más que posible que sea rotundamente así. El dolor propio y el ajeno las heridas que la vida, el disciplinamiento, las renuncias y los atropellos nos van tatuando. En este sistema basado en la felicidad simulada que elimina la referencia del dolor, los versos de Las horas lentas son brújula interna que logra hablar desde el yo más consciente del nosotros más camuflado. La poesía de Pilar Salamanca es portátil, puede habitar los rincones de cuerpos ajenos y fungir de espejo ante los silencios que provoca el dolor sin lenguaje. Entrar en ella es entrar en nosotros.