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A menudo se nos echa en cara a las y los utópicos que somos inocentes, ingenuos, crédulos. Tratan así de alejar todos los aspectos de nuestras vidas en los que la utopía ya ha echado raíces, haciéndonos creer que no es posible un futuro o un presente mejor.
Desde que empezara a traficar con víveres en la mili hasta que, haciendo circular miles de cheques de viaje falsificados, pusiera en jaque al todopoderoso First National City Bank, Lucio nos ha enseñado que la utopía no es un horizonte lejano, sino algo cotidiano, algo que él mismo ha podido vivir. Plagado de acción, ternura y pasión, eso es precisamente lo que nos transmite este trabajo, su propio relato autobiográfico. Porque, siguiendo las palabras de Eduardo Galeano, Lucio también cree que la utopía debe servirnos para eso, para hacernos caminar.