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Este libro busca comprender cómo ha sido posible que una Iglesia que se constituyó para difundir el mensaje de Jesucristo de amor universal y particularmente a los más pobres y vulnerables haya caído en lo que el Evangelio considera el peor pecado: hacerles daño a los niños. El análisis histórico detecta que el mal de la pedofilia eclesiástica se comprende como el último eslabón en un proceso de corrupción de siglos. Da cuenta del autoritarismo histórico desarrollado por la Iglesia en su conexión con los poderes temporales, que fue desnaturalizando en gran parte el mensaje evangélico de la prioridad del amor sobre la fe, abriendo paso a la Inquisición, las cruzadas, las cazas de brujas y el antisemitismo. A partir del triunfo de la Ilustración y el liberalismo en Occidente, la Iglesia acentuó defensivamente sus posiciones conservadoras y el autoritarismo interno, llegando a establecer la controvertida infalibilidad papal y extremando el verticalismo eclesial.