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Degenerado, judío y bolchevique. Así definía Adolph Hitler el arte de vanguardia: el arte de Chagall, de Otto Dix, Paul Klee, Kandinsky, Picasso, Mondrian u Oskar Kokoschka. Con la finalidad de denigrarlas ante el arte del nuevo Reich, los nazis requisaron de colecciones privadas y museos públicos todo tipo de obras adscritas a los distintos movimientos artísticos de principios de siglo y las convirtieron en objeto de mofa en una exposición inenarrable: la exposición del "Arte degenerado" que, inaugurada en Múnich en julio de 1937, emprenderá luego un periplo por todo el país hasta convertirse en una de las exposiciones de arte más visitadas del siglo XX. Paradójicamente, con esta iniciativa, los nazis, antes que "cancelarla", acabaron cristalizando la modernidad contemporánea mucho mejor que cualquier otra manifestación artística.