NLR86: Todo lo que siempre quisiste saber sobre los suníes y los chiíes

Al-Biruni, matemático s.X

Para empezar el curso con las cosas más claras, os proponemos como última lectura del verano esta extensa entrevista sobre el Corán, la historia de la yihad y las diferencias entre chíies y suníes.

Hasta hace poco los musulmanes eran “los musulmanes”, un grupo cuyas diferencias internas eran desconocidas en alto grado por el eurocentrismo imperante; en todo caso, hablábamos de “musulmanes”, “islamistas” y “fanáticos”, para diferenciar, siempre desde nuestro punto de vista y de interés, a “los normales”, “los teócratas” y “los terroristas”. Ahora es notorio que los enfrentamientos en Iraq se justifican en el enfrentamiento de dos grupos musulmanes, los chiíes y los suníes, que tienen a su vez apoyos geopolíticos de los grandes de la región, Irán y Arabia Saudí. ¿Cuáles son las diferencias? ¿Las divergencias teológicas incluyen tendencias políticas y sociales? ¿Por qué ahora estos enfrentamientos?

En la New Left Review 86, Suleiman Mourad, profesor de Historia Islámica en el Smith College y autor de The intensification and reorientation of sunni jihad ideology in the crusader period (2013), es entrevistado de forma extensa sobre estos y otros temas en el artículo “Los enigmas del libro” del que reproducimos algunos extractos. Puedes leerla entera aquí y para que la NLR siga siendo de libre acceso, puedes hacerte socio/a aquí; por solo 55 euros al año recibirás los mejores análisis de actuallidad en tu domicilio.

 

Eso plantea la cuestión realmente importante de la división dentro de la umma entre los chiíes y los suníes. ¿Cómo describirías la naturaleza original de la división? ¿Qué explica la extrema brutalidad de las guerras civiles que estallaron por cuestiones de sucesión, después de que las conquistas hubieran sido relativamente suaves?

Cuando el Profeta murió, en 632, surgió inmediatamente el tema de la sucesión. La tradición nos quiere hacer creer que ahí fue cuando se produjo la división inicial. Pero de hecho realmente tardó bastante tiempo.

Antes del siglo IX no se puede hablar realmente de sunismo o chiísmo. Lo que podemos llamar protochiísmo empezó como una cuestión política, con la creencia de que Alí debía haber sido el sucesor directo de Mahoma porque era su primo y el marido de su hija Fátima. Pero si analizamos detalladamente el tema de la sucesión, nos damos cuenta de que ese no pudo ser un argumento serio. Si había grupos que pensaban que Alí debía haber sido el sucesor, era por otras razones. Digo esto porque hay un modelo muy claro entre los cinco primeros califas, un modelo que los historiadores parecen no haber percibido aunque lo tengan delante. Los dos primeros califas fueron los suegros del Profeta: Abu Bakr era el padre de Aisha, y Umar era el padre de Hafsah; ambas mujeres estaban casadas con Mahoma. El tercer califa, Uthman, estaba casado con dos hijas del profeta, de aquí su apodo, Dhu al Nurayn, que significa «el que tiene dos luces». Hay muchas discusiones sobre si se casó con las dos al mismo tiempo o lo hizo por separado, porque la ley islámica prohíbe casarse con dos hermanas a la vez. Puedes casarte con una, divorciarte y casarte con la otra, pero no hacerlo simultáneamente. Por eso hay un debate sobre si fue una excepción anterior a la regla. Después vino Alí, que estaba casado con Fátima, la hija de Mahoma. Después Mu’awiya, cuya hermana estaba casada con el Profeta. Así, los cinco primeros califas están relacionados con el Profeta por el matrimonio. ¿No es eso una sucesión de acuerdo a determinadas reglas tribales de preferencia? La jerarquía va desde el suegro al yerno y al cuñado.

Alí se convirtió en el cuarto califa cuando Uthman fue asesinado el año 656 en oscuras circunstancias. Durante su breve reinado no solo combatió contra Aisha, la mujer del Profeta, sino que mató a dos estrechos compañeros del Profeta, Talha y Zubair. Estos dos estaban entre un grupo de diez, los compañeros más próximos del Profeta, que se consideraba que habían recibido garantías de ascenso directo al cielo como hombres que no podían hacer el mal. Sin embargo, Alí, uno de los diez, eliminó a dos de ellos. Después de la muerte de Uthman esto planteó graves problemas teológicos. ¿Quién de los tres actuó mal? Además, un grupo de partidarios de Alí, a los que más tarde se conocería como los Disidentes, los khawarij, se rebelaron contra Alí acusándole de ser un infiel que había violado el Corán y le mataron. Después de su muerte, en el año 661, Mu‘awiya –que había rehusado reconocer a Alí como califa acusándole de haber protegido a los asesinos de Uthman– era la elección natural para califa por ser cuñado del Profeta, algo que le proporcionaba legitimidad dentro de la comunidad.

Cuando murió Mu‘awiya, no quedaba nadie que estuviera directamente emparentado con el Profeta por medio del matrimonio. Mu‘awiya había conseguido trasmitir la sucesión a su hijo, Yazid. Eso no se había hecho nunca anteriormente en el islam y creó una nueva institución: el gobierno hereditario. Mucha gente se opuso a eso, incluyendo a Husayn, el hijo menor de Alí y Fátima. Pero ya que el hijo mayor de Alí, Hasan, había sido sobornado para que no presentara ninguna reclamación y aceptara a Yazid, Husayn tuvo que esperar a que muriera su hermano antes de poder poner en marcha una rebelión. No sabemos exactamente cuál fue su papel en esta revuelta, pero parece que fue convencido por un grupo de seguidores de su padre para que fuera a Kufa, en el sureste de Iraq, y preparara un levantamiento contra los omeyas, lo que muestra que ya había allí una comunidad protochií. Cuando Yazid se enteró de esto, ordenó a su general en Iraq que preparara una emboscada, matara a Husayn y le trajera su cabeza a Damasco. Husayn era nieto del Profeta y este episodio emborronó la imagen de Yazid para siempre.

 

¿Explica eso la extraña asimetría de las tradiciones posteriores, un tremendo relato chií de la villanía de Mu‘awiya y Yazid sin ningún contraataque suní comparable sobre la leyenda de Husayn?

Sí, incluso aunque Yazid es una figura protosuní, no se quiere hablar mucho de él; es un personaje al que se quiere mantener fuera del escenario. No puedes condenarle, pero tampoco puedes aceptarle fácilmente. En el periodo de las cruzadas hubo intentos para lavar su imagen como un dirigente que condujo la yihad contra los infieles y que trasmitió hadices conservando la Sunna del Profeta. Pero anteriormente los abasíes no tenían ningún interés en eso. Históricamente, como podemos ver ahora, fue la muerte de Husayn la que provocó la creación de un movimiento religioso que reimaginó la legitimidad musulmana como una secuencia de imanes, de la que el primero fue Alí y el tercero, Husayn. El sexto imán, Jafar Sadiq, un estudioso descendiente de Alí que vivió a mediados del siglo VIII, fue probablemente el que dio forma al primer chiísmo como un sistema de creencias, aunque gran parte de su figura pertenezca a la leyenda más que a la historia. Descartando la ideología de la yihad, impulsó la retirada de los devotos para ocuparse de la comunidad y trasmitir el conocimiento de la escritura. Antes de morir, Sadiq declaró que su hijo Ismael sería el siguiente imán. Pero Ismael murió antes que su padre y Sadiq convirtió a su otro hijo en el sucesor. Sin embargo, un grupo de cortesanos que se habían reunido alrededor de Ismael se negaron a aceptar la decisión. Defendían que, una vez que se anunciaba quién era el siguiente imán, ya no había marchaatrás, por lo que el hijo de Ismael era el que debía tomar el lugar de su padre. El resultado fue un cisma dentro de la comunidad chií y el nacimiento de la secta de los ismailíes, o los «septimanos», que sostenían que Ismael era el séptimo imán. La otra línea de imanes acabó con la desaparición del decimosegundo imán, cuyo milagroso regreso todavía espera la corriente chií de los Doce. Los alauitas, por su parte, no creen que el duodécimo imán llegara a existir, se quedaron en el undécimo. Los zaydíes, que son importantes en Yemen, pero que también solían encontrarse en el noroeste de Irán y en otros lugares, no creen que el imanato esté restringido a los descendientes de Alí y su mujer, Fátima. Piensan que cualquier descendiente de Alí puede ser un imán, abriendo el campo para los hijos que Alí tuvo con esclavas, pero sostienen que un imán tiene que demostrarse tanto en el campo de batalla como entre la comunidad de estudiosos. A finales del siglo VIII tenemos un montón de escritos de imanes zaydíes que hablan de la formación de una secta específicamente chií. Para entonces el chiísmo había empezado a echar raíces como identidad religiosa.

 

¿El sunismo como credo surgió solamente más tarde, como una reacción?

No, fue aproximadamente al mismo tiempo cuando un protosunismo se hizo consciente de sí mismo en respuesta al chiísmo. Pero al principio el sunismo presentaba un escenario caótico donde cada estudioso podía levantar una nueva escuela de la ley y llamarla suní. La tradición dice que alrededor del año 850 el califa abasí Mutawakkil puso fin a esa situación, estableciendo que a partir de entonces solamente se tolerarían cinco escuelas suníes y una chií. La escuela chií recibió el nombre de Jafari en memoria de Ja’far Sadiq y sus códigos particulares los establecieron sus seguidores. Las cinco escuelas suníes eran Hanafi, Shafi‘i, Maliki, Hanbali y Dawudi o Zahiri (esta última acabo desapareciendo aunque fue popular en la Andalucía medieval). Gradualmente, la decisión de Mutawakkil significó que cada creyente debía seguir una de estas escuelas, y cada estudioso, trabajar dentro de una de ellas. Muchas de las escuelas eran bastante fluidas en el siglo VIII y principios del IX, aunque quedaron claramente definidas solamente en el siglo IX. Así que, por lo que se refiere a la ley, el sunismo podía ser abigarrado, pero en términos de teología los intentos oficiales por imponer un sistema unificado produjeron marcadas divisiones (para los suníes estas divisiones incluían escuelas como ash‘ari, maturidi, hanbali, mu‘tazili y sufi, y para los chiíes incluían zaydi, ismaelí, de los Doce, nusayri y drusa). Bastante pronto, los suníes tendrían su propia versión de la vida del Profeta y de lo que sucedió después de su muerte, contrapuestas a las versiones chiíes, y cada una de ellas proyectaba sobre el Profeta las opiniones que apoyaban su propia teología.

 

¿Cuándo se volvió chií la mayoría de la población iraquí? ¿Hasta qué punto la propagación del chiísmo fue una apropiación de la doctrina islámica por grupos étnicos que eran marginales dentro de una comunidad de Estado más amplia, por ejemplo, los búyidas en Iraq o los bereberes en Túnez, que dieron lugar a la dinastía fatimí en Egipto?

No. Es un error pensar que el chiísmo apeló a elementos marginales de la sociedad. Esos dos movimientos –uno procedente de Túnez y el otro, del este de Irán– surgieron porque en esas zonas el control del gobierno central era más débil, no porque expresaran una identidad étnica diferenciada. Realmente, después de los primeros tres o cuatro califas, la base de apoyo de la dinastía abasí era en gran medida turca. Sabemos con seguridad que los abasíes trasladaron su capital a Bagdad en el año 762 porque no podían soportar la energía de los alids –seguidores de Alí– en Kufa, donde los protosuníes estaban totalmente amedrentados por la hostilidad de los protochiíes. Así que los abasíes querían irse y establecer su propia ciudad y decidir quién podía y quién no podía residir allí. Por eso al principio Bagdad parecía más un centro protosuní que protochií. Pero entonces todo el mundo empezó a trasladarse allí.

¿Quiénes eran los búyidas? Una dinastía chií con un origen mezclado kurdo y daylami del noroeste de Irán que en los siglos X y XI gobernó Iraq e Irán bajo la autoridad nominal abasí. Originalmente parecen haber sido zaydíes, pero algunos de ellos también pertenecían a la corriente de los Doce y estuvieron en el poder en Iraq e Irán como sultanes chiíes bajo la égida formal del califa suní. Esta fue la primera vez que una dinastía chií tenía semejante poder y lo utilizaron para fomentar el chiísmo. En Alepo, los hamdanidas eran una dinastía de los Doce y en Egipto la casa gobernante de los fatimíes era ismaelita. Por ello, a mediados del siglo X la mayor parte del mundo musulmán estaba gobernada por los chiíes. Igual que en siglos anteriores mucha gente se hizo musulmana por conveniencia, ahora se volvieron chiíes. La Siria rural seguiría siendo predominantemente chií hasta la llegada de los otomanos. En el siglo XIV, un gran número de chiíes del sur de Líbano se trasladaron a Irán, que hasta entonces había seguido siendo principalmente suní, aumentando allí el peso de la población chií.

Las mismas presiones de Estado funcionaron a la inversa cuando los gobernantes suníes tenían la posición dominante. La costa del Líbano actual estaba habitada por chiíes y cristianos, pero cuando a finales del siglo XIII llegaron los mamelucos con su máquina guerrera obligaron a todos los chiíes –de los Doce, fatimíes o drusos– a marchar a las montañas y algunas veces hacia el valle de Bekaa, e importaron tribus turcomanas y kurdas para colonizar las áreas que habían limpiado. Los otomanos prosiguieron con esa política a gran escala, intimidando a muchos chiíes para que se convirtieran al sunismo. Por eso, si te fijas en la topografía de la actual Siria, encuentras todos esos pueblos chiíes alrededor de Alepo, que era mayoritariamente chií hasta que una serie de gobernantes suníes –Nureddin, Saladin, después los mamelucos y otomanos– cambiaron la composición de la ciudad haciendo que la gente se convirtiera o se marchara a los pueblos de los alrededores. De la misma manera, el Irán contemporáneo ahora es mayoritariamente chií, pero eso es el resultado de políticas similares seguidas por los safávidas desde finales del siglo XV, intimidando a los suníes para que se convirtieran o se fueran. Durante un largo periodo, el sur de Iraq también estuvo bajo el control safávida y, debido a que allí se encontraban los santuarios más sagrados de los chiíes, hubo un enorme movimiento deliberado de población para ocuparse de las peregrinaciones que llegaban. Eso explica por qué el sur de Iraq es predominantemente chií mientras que el norte –durante mucho tiempo bajo control otomano– es suní; también por qué los kurdos en Irán no son suníes, sino chiíes, mientras que en el norte de Iraq y en Turquía son suníes.

 

¿Qué explica el virulento agravamiento actual del antagonismo entre suníes y chiíes en Oriente Próximo? A esta escala, las tensiones entre las dos comunidades no se había producido durante muchos siglos, ¿cuál es la dinámica contemporánea que hay tras ellas?

Hay tres grandes figuras en el islam moderno que eran panislamistas: Sayyid Qutb, en Egipto; Jomeini, en Irán, y Maududi, en India-Pakistán. Los tres querían que los musulmanes trascendieran sus diferencias en una unidad islámica capaz de triunfar sobre los males gemelos del  capitalismo decadente y el comunismo ateo. Para cada uno de ellos, los musulmanes estaban viviendo en un momento –había connotaciones escatológicas– en el que los creyentes estaban siendo oprimidos entre dos rocas, obligados a optar por una u otra. Ellos lanzaban el islam como alternativa, pero el islam solamente la podía ofrecer si estaba unido. En el mundo suní, Maududi y Qutb predicaban el panislamismo, pero ambos murieron antes de que sus ideas llegaran a una amplia audiencia.

El éxito de la revolución iraní en 1979 fue lo que transformó el panorama ideológico. El proyecto original de Jomeini era un grandioso panislamismo, uniendo a chiíes y suníes en una batalla común contra los dos enemigos de todos los musulmanes. Pero una vez que Sadam Husein lanzó su ataque sobre Irán, amenazando la supervivencia de la República Islámica, Jomeini se vio obligado a pasar a la defensiva y a llegar a un compromiso con sus ideas. Asediados en casa, la unidad de todos los creyentes estaba fuera de alcance. Sin embargo, lo que sí se podía alcanzar era el panchiísmo. El régimen iraní abrió vías de comunicación con los chiíes de todo el mundo, proporcionándoles apoyo –armas, dinero y expertos– sin condiciones. Allí donde hubiera cualquier clase de chií –en Yemen, Siria, Líbano, Iraq– había un tremendo flujo de consejo y asistencia. Nunca antes, bajo ninguna dinastía chií, había habido este nivel de tolerancia hacia todas las formas del chiísmo. En el pasado, siempre había habido presiones para la conversión: había que entrar dentro de los Doce. El jomeinismo evitó eso. Los zaydíes, alauitas y drusos podían seguir siendo lo que eran sin recibir instrucciones teológicas desde Irán, todo lo que hacía falta era la solidaridad chií. La estrategia estuvo dirigida a crear un apoyo regional para la revolución iraní, que se consideraba –este es un tema recurrente en la historia moderna de Irán, desde el movimiento constitucional de 1908-1911 hasta el derrocamiento de Mossadeq en 1953 y a partir de entonces– objeto de una agresión occidental. El éxito de esta política se puso de manifiesto con el ascenso de Hezbolá como la fuerza más poderosa de Líbano a partir de 1982.

El segundo acontecimiento transformador fue la invasión soviética de Afganistán, también en 1979. Eso dio un impulso perfecto para un panislamismo desde la otra dirección, una variante suní. El éxito afgano en expulsar del país al Ejército Rojo tuvo un impacto ideológico comparable al derrocamiento del Sah. Los iraníes habían demostrado que podían derrotar a Occidente y los suníes habían derrotado ahora al Oriente: el islam podía triunfar sobre el capitalismo y el comunismo. Pero igual que el panislamismo de Jomeini se vio obligado a retraerse en un panchiísmo por la guerra Irán-Iraq, el panislamismo suní se contrajo bajo la presión de la misma guerra en un pansunismo. El propio Sadam Husein, que empezó como un dirigente extremadamente secular, cambió a una retórica religiosa apelando a la ayuda suní una vez que vio que perdía la guerra, presentándose a sí mismo como un campeón del sunismo incluso aunque la mayoría de su ejército fuera chií. Entonces llegó en 2003 la invasión estadounidense de Iraq, que dividió a las comunidades chií y suní todavía más de lo que lo habían estado en el pasado y consolidó las hostilidades entre el panchiísmo y el pansunismo en el actual Oriente Próximo.

[…]

¿Hay un equivalente chií al salafismo?

Hezbolá. La diferencia es que el mensaje no se difunde, se mantiene dentro de un círculo cerrado. ¿Por qué Hezbolá está ahora implicado en Siria? Por la creencia de que aquellos que están luchando para derrocar al régimen sirio nos matarán a nosotros si nosotros no los matamos antes a ellos. Así que en el chiísmo existe la misma lógica. El mundo musulmán está ahora preso de la completa inutilidad de un conflicto asesino entre estas dos ideologías, es una tragedia. Si puedo añadir un comentario personal, diré que no soporto el volver otra vez a Líbano, porque cada vez que me siento con mi familia de lo único que quieren hablar es de lo horribles que son los chiíes. Yo procedo originalmente de un pueblo suní en un área cristiana del sur de Líbano, pero no tengo un solo amigo íntimo en Líbano que sea suní, todos mis amigos son chiíes o cristianos. Así crecí. En ningún momento me dijeron mis padres que no podía ser amigo de un chií o de un cristiano. Pero en nuestros días la gente se ve obligada a tomar afiliaciones sectarias. Mi tío, un profesor de química que vivía en un vecindario de Beirut mayoritariamente chií y tenía montones de amigos chiíes, se ha trasladado ahora a una zona mayoritariamente suní. Mi otro tío, que vivía en una zona predominantemente chií, también vive ahora en otra suní. Se trasladaron porque no se sentían seguros. Mi amigo más íntimo es un chií que pasó toda su vida en una zona suní. Allí es un hijo del vecindario, todo el mundo le conoce. Pero ahora en la zona hay montones de salafistas y no es tan segura para su mujer y sus hijos, así que ha tenido que trasladarse a otra zona de Beirut que sí lo es. Es un escenario increíblemente deprimente. Sin embargo, obviamente, Líbano todavía está un poco mejor que el caos de Siria o Iraq donde puede aparecer algún lunático que salte por los aires sin importarle quién está allí.