Todas las monarquías estuvieron profundamente involucradas en la trata de esclavos y se beneficiaron enormemente de ella | Traficantes de Sueños

Todas las monarquías estuvieron profundamente involucradas en la trata de esclavos y se beneficiaron enormemente de ella

A primera hora de la tarde del 16 de septiembre de 2023, Marcus Rediker llegó a la Nau Bostik (Barcelona) para ser entrevistado por historiadores y dar una conferencia en la Escola d’Estiu de la CUP. Su apariencia era veraniega, ya que el clima del Mediterráneo se está volviendo tropical. En sus manos desnudas no llevaba nada, ni una libreta ni un bolígrafo; su rostro de larga carrera de historiador tenía “un aspecto sereno”. No mostró ninguna presuntuosidad, ningún sentido de jerarquía sobre nosotros, los jóvenes. De hecho, como señaló uno de nosotros, “podría ser parte de nuestro grupo de cervezas de después del trabajo”. Cuando se sentó en las sillas de hierro sin pintar, comenzamos a hablar de forma que parecía que estuviéramos continuando una conversación que interrumpimos la semana pasada. Al principio nos olvidamos de traer un elemento muy importante del proceso de la entrevista. Comenzó a hablar e inmediatamente se dio cuenta de que tenía sed. Pidió agua y le llevamos agua del grifo embotellada. Se volvió hacia el grumete y le agradeció “por traerla”. Luego, con su permiso, comenzamos a hablar de todo lo que ha estado investigando a lo largo de su vida y que se puede leer en sus libros, La hidra de la revolución (Crítica, 2005; Traficantes de Sueños, 2022), Barco de esclavos (Capitán Swing, 2023) o Villanos de todas las naciones (Traficantes de Sueños, 2023), por solo mencionar algunos de los más importantes.

I. ESCLAVITUD, MEMORIA Y REPARACIÓN

En cuanto al tema de las reparaciones conmemorativas, vemos ahora que la cuestión de la esclavitud está cada vez más en la agenda. Aquí, en Cataluña, hemos tenido una especie de debate debido a la proyección de un documental sobre los “Negrers” en la televisión nacional catalana. Como reacción, tuvimos a los clásicos nacionalistas ofendidos, que pretendían enmascarar la participación de catalanes en el comercio y el enriquecimiento de esclavos; la visión academicista, que infravaloraba el debate público sobre este tema[1]; y los que opinaban que era un debate groseramente exportado desde Estados Unidos. Pero también desencadenó toda una opinión progresista con la que muchas personas empezaron a ser conscientes de todo esto. ¿Qué ejemplos de reparaciones en otros países conoces que podrían guiar futuras medidas conmemorativas?

Permitidme comenzar diciendo que la negación es fuerte. La gente pasa tiempo en Estados Unidos, y en muchas otras partes del mundo, fingiendo que no tiene la historia que realmente tiene. Superar la negación es algo muy importante y creo que hay un paso antes de las reparaciones que debe darse: debe haber un reconocimiento de esa historia. Es necesario que se reconozca que algunas personas sufrieron los efectos multigeneracionales de la esclavitud en la trata de esclavos y, en mi experiencia, esto es algo muy importante para la comunidad negra: tener el reconocimiento, que la sociedad en general admita que es verdad, que esto pasó. esto ha empeorado mucho hoy en día, porque hay una lucha terrible por la enseñanza de la historia. Las mejores historias de los últimos 30 o 40 años ya no se pueden enseñar en lugares como Texas y Florida, porque eso ofende la sensibilidad de los nacionalistas blancos de derecha. Necesitamos reconocer mientras reparamos.

La cuestión de las reparaciones ha logrado avances extraordinarios en los últimos años. Creo que hay varias razones para esto. En 2007, cuando publiqué Barco de esclavos, como recordareis, una de las conclusiones que saqué fue la necesidad de realizar reparaciones; que, si no afrontamos esta historia, nuestras perspectivas de una sociedad más justa se verán perjudicadas. El asesinato de George Floyd fue un punto de inflexión, cuando una protesta enorme y furiosa estalló en Estados Unidos y en todo el mundo en lo que probablemente fue el mayor momento de antirracismo en la historia mundial. Estas protestas asustaron a la clase dominante estadounidense. Entonces, ¿qué hicieron? Inmediatamente prometieron donar dinero a causas de justicia racial. Ahora bien, estos actos no fueron, estrictamente hablando, reparaciones, sino que pretendían ser una especie de expiación por siglos de prejuicios y malos tratos. Bueno, ¿qué han hecho realmente las corporaciones? Gastan el dinero en ellos mismos, para diversificar sus consejos de administración. En otras palabras, quieren que sus juntas corporativas estén compuestas por un 12% de negros y un 12% de hispanos, así como un 50% de mujeres. Haces esos cambios y no pasa nada, ¿verdad? El capitalismo no ha cambiado. Estas “reformas” se convierten en una forma de evitar realizar cambios significativos. Muchos están enojados ahora porque esta postura sobre la justicia racial nunca llegó a nada.

Mientras tanto, la lucha por las reparaciones ha continuado y el debate se ha vuelto cada vez más sofisticado. Sandy Darity, de la Universidad de Duke, ha publicado un libro importante sobre la variedad de programas de reparación. Ahora mismo, en Estados Unidos —no estoy muy familiarizado con lo que está pasando en otros países—, existen dos enfoques principales. Uno es exigir pagos en efectivo a los descendientes directos de los esclavizados. El otro enfoque, que podría resultar más prometedor a largo plazo, es exigir importantes inversiones económicas en las comunidades pobres. Uno de los efectos residuales del racismo fue la denegación de préstamos a los negros que querían comprar sus propias casas. Se tratad del denominado redlining. Se ha dicho que lo que necesitamos para los barrios negros pobres de Estados Unidos es algo parecido al Plan Marshall de finales de la Segunda Guerra Mundial: inversiones masivas, que en realidad mejorarían la calidad de vida de toda la sociedad. La ciudad de Evanston, Illinois, se convirtió en el primer municipio en promulgar un programa de reparaciones. Y lo que han hecho es reservar 25 millones de dólares destinados a personas que han vivido en Evanston durante 20 años o más para superar una discriminación de vivienda de larga duración. El estado de California ha creado ahora una comisión de reparaciones para estudiar el asunto. También necesitamos un comité nacional o federal para estudiar el asunto, pero la derecha está aterrorizada por las conclusiones que se puedan sacar, por eso rechazan continuamente la idea en el Congreso.

Las reparaciones se están produciendo, poco a poco. El movimiento realmente despegará solo cuando la cuestión pase a formar parte de varios movimientos desde abajo, organizados por los descendientes de las personas que más sufrieron. Esa es la mejor manera de presionar a las autoridades municipales, estatales y federales. Esta agitación podría alcanzar el nivel nacional. No lo podemos prever en este momento, pero nadie pudo prever tampoco las protestas después del asesinato de George Floyd. Esta es una de las cosas de la historia desde abajo. Te sorprende. Nunca se sabe cuándo va a explotar. De todos modos, es un tema esperanzador. Podría añadir que algunos intelectuales negros se oponen a las reparaciones. Algunos dicen que crea divisiones innecesarias y que hay mejores maneras de crear igualdad social. Adolph Reed es una persona que asume esta posición. En cualquier caso, me alienta que el tema parece haber cobrado fuerza.

Otro debate que ha suscitado toda esta cuestión es el que trata de examinar la importancia de la esclavitud en los orígenes del capitalismo y el desarrollo europeo. Tú has dicho que “el barco negrero fue para las primeras etapas del capitalismo lo que sería la máquina de vapor en fases más avanzadas del mismo”. ¿Cuál es la relevancia exacta de la esclavitud —a veces jurídica, otras fáctica— para el capitalismo, la industrialización y el desarrollo europeo?

Permitidme comenzar con una anécdota personal. He hablado de este libro, Barco de esclavos, más de cien veces. Y en muchas de estas presentaciones, durante el turno de preguntas y respuestas, alguien siempre levanta la mano y dice: “mi familia llegó a los Estados Unidos en 1900 desde Irlanda o Europa del Este o dondequiera que sea. No tuvimos nada que ver con eso”. Esta es una forma que adopta la negación. Suelo respodner haciendo preguntas: “¿por qué su familia emigró a los Estados Unidos? ¿Fue para encontrar mejores trabajos?” Bueno, sí, casi todas las migraciones son migraciones laborales, ¿no? “¿Por qué crees que eligieron Estados Unidos? ¿Fue porque era un país rico?” Bueno, sí. “¿De dónde crees que vino toda esa riqueza?” Gran parte provino de la esclavitud. Incluso si tu familia vino más tarde y no estuviste directamente implicado en el período de esclavitud real, tú también estás implicado en todo esto. He oído a académicos en Gran Bretaña decir que, a largo plazo, la esclavitud representa aproximadamente el 10% de la riqueza nacional. La esclavitud fue un factor dinámico de crecimiento. Ese 10% se ramifica en muchas direcciones diferentes.

Las ganancias de la esclavitud y la trata de esclavos se trasladan de manera oculta a muchas otras empresas económicas. Catherine Hall y sus colegas del University College de Londres han creado el proyecto Legacies of British Slavery, en el que estudian el dinero que pagó el gobierno británico a las personas que perdieron esclavos y capital cuando tuvo lugar la abolición. Luego han seguido el rastro del dinero para ver adónde fue. Fue a todas partes. El trabajo de Catherine está demostrando que Eric Williams tenía razón en ese famoso libro llamado Capitalismo y esclavitud, publicado en 1944. Se equivocó en algunas cosas, pero acertó en gran parte de la historia.

Ahora, en Estados Unidos, el porcentaje sería mucho mayor que el 10% porque la esclavitud era una institución doméstica. En Gran Bretaña era una institución imperial. Entonces el número sería muchísimo mayor. No sé cuál es la cifra actual, pero puedo decir esto: durante muchos años, los historiadores económicos negaron que la esclavitud tuviera algo que ver con el surgimiento del capitalismo. Estaban siguiendo a Adam Smith, quien dijo que el trabajo asalariado es superior al trabajo esclavo. La esclavitud era considerada una fuerza regresiva que frenaba al capitalismo. Ya no se puede decir eso. Esa idea ha sido refutada. Edward Baptist y Sven Beckert han dejado claro que la esclavitud fue fundamental para el surgimiento del capitalismo estadounidense. Ya no se puede negar eso. Esto crea un nuevo consenso y base para la discusión en el futuro. Si hay algo en lo que los estudiosos de la esclavitud estadounidense han coincidido en los últimos 50 años es en que la esclavitud es fundamental para la historia estadounidense. Simplemente no puedes pretender lo contrario ahora.

En tu libro, Barco de esclavos, mencionas la participación de la corona real británica a través de la Royal African Company. Marx escribió sobre la participación de los Borbones en la trata de esclavos hasta el punto de afirmar que, hacia 1850, España era “el principal sostén de ese nefasto tráfico” (Karl Marx, “El gobierno británico y la trata de esclavos”, The New York Daily Tribune, 18 de junio de 1858). ¿En qué medida fueron las monarquías europeas beneficiarias de la trata de esclavos?

Estuvieron profundamente involucradas y se beneficiaron enormemente. No hay otra manera de decirlo. El caso que mejor conozco es el de Inglaterra. El hermano del rey, James, duque de York, presidía la Royal African Company. La familia real estaba involucrada al más alto nivel. De hecho, el duque de York esclavizó a personas marcándolas a fuego con sus iniciales, DY. ¡La prueba de la participación real está en los cuerpos de los mismos esclavos! Permitidme mencionar también que Brooke Newman, una muy buena académica, está estudiando ahora la participación de la familia real británica en la esclavitud y el comercio de esclavos. Y ya ha recibido muchas críticas por este trabajo. Mucha gente está furiosa. La negación es dura, pero creedme, las familias reales estaban metida hasta el cuello en ello.

¿Tiene esto algo que ver con que estés en contra del “terracentrismo”? ¿Qué quieres decir con ello? ¿Qué alcance tiene y qué beneficios puede ofrecer para la investigación y la acción política?

Durante muchos años estudié a los trabajadores del mar. Seguí tratando de descubrir por qué tanto los académicos como el público en general no podían verlos, como si de alguna manera no fueran parte de la historia. No eran parte de las narrativas nacionales. Cuando comencé mi investigación sobre marineros, le contaba a la gente en qué estaba trabajando. Decían: “ay, esa gente marginal”. Y yo diría: “¿marginal a qué? No son marginales en la construcción del capitalismo global. Son absolutamente fundamentales”. Mientras seguía tratando de entender esta invisibilidad, de repente me di cuenta de que había una especie de ceguera en funcionamiento aquí, un sesgo cultural: la gente literalmente no podía ver que la historia sucedió en los océanos del mundo. Cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de que en realidad se trataba de un aspecto de la historia nacionalista.

La historia nacionalista dominó la escritura de la historia durante los últimos 300 años. Su premisa ha sido que la historia ocurre en la tierra, en el Estado-nación, que es la forma natural de la historia. Y, por tanto, implícitamente, los mares son vacíos históricos. La historia no sucede allí. Ahora bien, ello es cierto para todos los tipos de historia, como la historia naval, obviamente, y la historia de la exploración, un tema muy importante para España. Ambas saben que la historia ocurre en el mar. Pero lo que quiero decir es que este sesgo terracéntrico impide que la gente vea que procesos históricos muy importantes ocurrieron en el mar. Permitidme dar tres ejemplos: (1) Formación de clases: los marineros eran una vanguardia de la clase trabajadora en los siglos XVII y XVIII. (2) Formación racial: las identidades raciales se imponen en el mar en los barcos de esclavos. (3) Formación cultural: en las cubiertas inferiores de los barcos de esclavos, los africanos multiétnicos aprendieron a cooperar entre sí y a construir un nuevo sistema cultural. Si miras este proceso de formación cultural desde el lado africano, es un sistema panafricano. Si lo miras desde el lado del Atlántico occidental, son los orígenes de Afro-américa. Y me refiero a Estados Unidos en un sentido hemisférico, no nacional. Afrobrasileño, afrocaribeño, afroamericano. Estas son algunas de las cuestiones olvidadas por la historia terracéntrica. Pero sí creo que la historia del Atlántico, la historia del Océano Índico y la historia mundial han logrado grandes avances contra el terracentrismo en los últimos años.

En La hidra de la revolución, explicas los vínculos entre las luchas por la liberación de las mujeres o los esclavos y los ideales de emancipación, como hicieron Mary Wollstonecraft o Thomas Spence, dos autores que eran partidarios de instaurar la República en Gran Bretaña y en el mundo. ¿Qué papel crees que jugaron las ideas republicanas en esta intersección de pensadores feministas, abolicionistas y anticapitalistas?

Definitivamente. Creo que jugaron un papel importante. Peter Linebaugh y yo habíamos planeado originalmente al escribir La hidra de la revolución llegar a la política republicana de principios del siglo XIX para mostrar cómo la visión internacional fue suprimida en favor de un republicanismo nacionalista. Una de las ideas del republicanismo —el concepto de “terrateniente”— es que el pueblo tiene una herencia del suelo nacional. Peter y yo no pudimos terminar esa parte del libro. Pero os recomiendo encarecidamente un trabajo de un antiguo estudiante de doctorado mío, ahora colega, llamado Nicholas Frykman, que escribió un libro titulado The Bloody Flag, sobre los motines que estallaron en las armadas británica, francesa y holandesa en la década de 1790. El poder combinado de estos motines rivalizó con el de la Revolución francesa. Cientos de miles de marineros se levantaron.

Pero ese momento radical se dividió de modo que los historiadores británicos solo conocieron la parte británica de la historia; los historiadores franceses solo conocían la parte francesa; y los historiadores holandeses solo conocían la parte holandesa. Frykman muestra un republicanismo específicamente marítimo que se conformó a bordo de estos barcos, una mezcla de las ideas republicanas de la época, principalmente de la Revolución francesa, combinadas con las tradiciones marítimas democráticas e igualitarias, que se ven en Villanos de todas las naciones y La hidra de la revolución. El republicanismo fue crucial para la era de la revolución y la variante particular del mismo entre los marineros fue realmente importante.

¿Qué es lo que hace que los piratas sean tan atractivos y magnéticos? Hasta el punto de que, para ponerte un ejemplo de la historia española y catalana, en 1836 nos encontramos que uno de nuestros revolucionarios del siglo XIX, Ramón Xaudaró (el “Marat de Barcelona”, como se le conocía entonces), colaboró en un periódico republicano llamado El Corsario cuyo subtítulo decía “dedicado especialmente a defender los derechos e intereses del pueblo” ¿Cuáles son los intereses principales que has tenido al abordar el tema de la piratería en tus obras, como Entre el deber y el motín (Levanta Fuego, 2019) y Villanos de todas las naciones?

Permitidme comenzar diciendo que los piratas siempre han sido extremadamente populares, lo que inmediatamente encendió la imaginación popular. En otras palabras, se escribían libros populares sobre piratas mientras todavía estaban en alta mar capturando barcos. Para ilustrar este punto: un grupo de piratas fue capturado y llevado a Boston, Massachusetts, para ser juzgado en 1717. El famoso ministro puritano Cotton Mather predicó en la horca ante una multitud de miles de personas. Más tarde escribió en su diario: “¿por qué toda esa gente considera héroes a los piratas?” Los piratas eran héroes de la clase trabajadora de su época. Esta fascinación ya existía en aquel entonces. Pero, además, sucedió algo realmente importante cuando Robert Louis Stevenson escribió La isla del tesoro. En ese momento, la piratería entró en la literatura infantil. Y entonces lo que ocurre es que debido a, por ejemplo, este poema que mencionaste [se refiere a “La canción del pirata”, de José de Espronceda], Stevenson y otros cuentos, como Peter Pan, los niños crecen con los piratas como parte de su imaginario. Y los aman. ¿Celebráis Halloween en España?

Más o menos. Cada vez es más común.

Bueno, en Estados Unidos muchos niños se disfrazan de piratas. Los piratas se convierten en parte de su vida de fantasía. Luego la industria cultural toma el relevo y produce libros, películas y juguetes de todo tipo. Esta es una de las principales razones por las que tantas personas en todo el mundo están obsesionadas con los piratas. La otra cosa fundamental es que no importa cuánta historia real conozca la gente, todavía puede ver que los piratas se enfrentaron a las personas más poderosas de su época. Hay una especie de respeto que surge de eso. Y creo que eso es parte de lo que hace que los piratas sean una figura romántica. Los piratas se enfrentaron a las personas más poderosas de la época y lo pagaron con sus vidas.

Los piratas de los siglos XVII y XVIII perdieron la batalla. Fueron ahorcados por centenares. Y cuando los ahorcaban, sus cuerpos solían dejarse colgando a la entrada del puerto para que los marineros recibieran el mensaje de las autoridades: “si os atrevéis a oponeros a nosotros, esto es lo que os haremos”. Esta es una suerte de disciplina de clase. Pero... aunque los piratas perdieron la batalla, ganaron la guerra en el sentido de que la gente todavía está muy interesada en ellos. Todavía estamos hablando de ellos. Eso no es cierto para las personas que los ahorcaron. No estamos hablando de ellos, aunque sí de su uso del poder.

Cuando publiqué por primera vez un artículo sobre piratas en 1981, probablemente antes de que ninguno de vosotros naciera, el teléfono no dejaba de sonar: recibí llamadas de novelistas, dramaturgos, artistas y cazadores de tesoros. Siempre me divertí con los cazadores de tesoros. Sabía que, si pensaban que los piratas enterraban tesoros, no habían leído mi trabajo porque los piratas no enterraban tesoros. Ese es un mito del siglo XIX. Entonces fingía que tenía mapas secretos. Con el tiempo me cansé de estas interminables llamadas telefónicas. Entonces decidí escribir Villanos de todas las naciones. Puse todo lo que sabía en ese libro y, en un principio, iba a dejar aparcada la cuestión. Me despediría de los piratas, dije. Pero luego descubrí que no se puede hacer eso. Una vez que los piratas te atrapan, te quedas atrapado con ellos para siempre. Aquí estamos, 42 años después de que escribiese ese artículo, todavía hablando de piratas.

 

II. HISTORIOGRAFÍA E HISTORIA DESDE ABAJO

Algunos críticos han dicho que la historia desde abajo puede dar una imagen idealizada de las masas populares, las cuales poseerían ideas políticas progresistas innatas. ¿Dirías que estos críticos pueden tener parte de verdad?

No tienen parte de verdad. No tienen nada de verdad. Y he aquí por qué lo creo. Algunos han dicho que La hidra de la revolución es una presentación romántica de la clase trabajadora. No le tengo miedo a la palabra “romántico”. Entonces mi pregunta siempre es: ¿qué quieres decir con romántico? ¿Quieres decir falso? Si quieres decir falso, muéstranos en qué es falso. Nadie ha podido hacer eso.

Si te refieres a una definición diferente de “romántico”, esto es, como el descubrimiento de ideales altos en lugares bajos, entonces sí, los piratas tenían ideales altos. Realizaron un extraordinario experimento social a bordo de sus barcos. Más democrático e igualitario que el que puedas encontrar en cualquier otro lugar. Votaron para elegir a sus capitanes en una época en la que los pobres no tenían derecho a votar en ningún lugar del mundo. Puedes llamar a este retrato “romántico” si quieres, pero tengo los documentos que lo demuestran. O como dicen en la jerga [slang] en Nueva York, “yo tengo los recibos, cariño” [risas] —esto es de mi hija, que es profesora de secundaria en Nueva York; ella me mantiene al tanto de la jerga más reciente—. Tengo los recibos. Esto es lo que hicieron. Puede que no te guste, pero es lo que hicieron. ¿De acuerdo? Entonces, en mi opinión, la última parte de vuestra pregunta implicaba que había algo innato en los ideales progresistas entre la clase trabajadora. Nada podría estar más lejos de mi enfoque. Estudio la historia de estos trabajadores. Demuestro que estos ideales democráticos e igualitarios surgieron de la experiencia laboral de los marineros. No eran innatos a nadie, en ningún lugar. Fueron aprendidos. Eran herramientas de supervivencia. Eran cosas que la gente hacía para intentar vivir. El famoso historiador E. H. Carr dijo una vez: cuando alguien empieza a hablar de la naturaleza humana, inmediatamente sospecho de una baja vitalidad intelectual. Las personas son malas por naturaleza y así es la naturaleza humana, dicen muchos. Lo siento, eso simplemente no es cierto.

Otra crítica que se ha hecho a esta perspectiva histórica es la que dice que la historia desde abajo tiene que tener cuidado de no convertirse en una “historia de los de abajo”, es decir, que en algunos puntos se puede perder la perspectiva del cuadro completo de una época que se está estudiando y no se logra ver cuándo los de abajo van más allá del resistencialismo y llegan a estar “arriba” por algún tiempo o ser parte determinante del tronco central de la historia. ¿Qué piensas sobre esto?

Yo respondería que algunos practicantes de la “historia desde abajo” hacen lo que vosotros habéis descrito: se concentran tanto en un retrato de cualquier grupo que estén estudiando que dejan de lado todo el contexto circundante. Ese no es mi enfoque. La “historia desde abajo”, desde mi perspectiva, siempre tiene que ver con el poder. ¿Quién tiene poder? ¿Cómo se despliega el poder? ¿Cuáles son las múltiples formas de poder? En esa medida, la historia desde abajo siempre está ligada a la historia desde arriba. Los ricos organizaron los barcos de la Royal Navy y la industria del transporte marítimo mercante y dotaron a los capitanes de barcos de un poder extremo para poder mover las mercancías del mundo. Esto es fundamental para el surgimiento del capitalismo. Esas personas tomaron decisiones basadas en sus intereses económicos. Edward Thompson solía decir: “¿quién le hace qué a quién? ¿Qué-quién?". Peter Linebaugh y yo siempre humanizamos las acciones y mostramos la dinámica del poder desde arriba y desde abajo. Esto se puede ver claramente en los barcos negreros, que están diseñados para evitar resistencia de cualquier tipo, desde las cadenas hasta las redes alrededor de las bordas del barco, pasando por las barricadas [barricado] con los cañones montados en la parte superior. Pero aun así los esclavizados resistieron. Las huelgas de hambre eran comunes. De hecho, la trata de esclavos fue en cierto modo una huelga de hambre de 400 años. Las insurrecciones, los levantamientos eran crónicos. Se ve una dialéctica de poder desde arriba y desde abajo. Permitidme agregar: el antropólogo Eric Wolf dijo una vez que, si abstraes una parte de la experiencia humana de la totalidad para investigarla y no la devuelves a esa totalidad, has falsificado lo que estudiaste. Tienes que entender el todo si quieres entender la causalidad, por qué la historia sucede como sucede.

III. RUEDA DE RECONOCIMIENTO

a. E. P. Thompson

Thompson fue probablemente el historiador más creativo del siglo XX. A cada tema que tocaba aportaba algo fundamentalmente nuevo. Poseía unas cualidades mentales extraordinarias.

b. Peter Linebaugh

Mi querido amigo y camarada desde hace casi 50 años. Peter tiene una inteligencia histórica inusual y ciertamente es un discípulo de E. P. Thompson en el mejor sentido. Una sensibilidad poética, una capacidad de idear cosas que son completamente nuevas y que nadie más descubrió. Robin D. G. Kelly, otro historiador muy conocido, dice con frecuencia que Peter es el mejor historiador que ejerce en cualquier parte del mundo en este momento.

c. Christopher Hill

Se trata de la persona más importante para mí; probablemente el historiador con más conocimientos que he conocido. Había leído todo sobre la Inglaterra del siglo XVII y fue muy modesto en la presentación de ese saber. De hecho, corría el rumor de que había leído todas las fuentes publicadas, pero sé que no es cierto porque leí una que él no había leído. Solía burlarme de él por eso [risas].

d. Howard Zinn

Es, en muchos sentidos, el historiador desde abajo de mayor éxito al escribir La otra historia de los Estados Unidos. Fue un modelo de activista académico y llegó a millones de personas con este tipo de historia tan diferente.

e. C. L. R. James

Es alguien de quien aprendí mucho. En mi charla en l’Escola d’Estiu de la CUP me oiréis hablar de Thompson, Hill, James y W. E. B. Du Bois. Creo que James era un pensador extremadamente talentoso y alguien que, aunque se ha vuelto mucho más famoso en los últimos 35 o 40 años, todavía no recibe el reconocimiento suficiente por sus ideas teóricas. James es una persona muy importante.

f. Josep Fontana

He oído que podría ser el historiador catalán más grande de todos los tiempos.

El catalán más grande, diríamos [risas].

Nunca lo llegué a conocer, lamento decirlo. Pero en mi charla voy a mencionar el hecho de que, cuando La hidra de la revolución salió a la luz y fue objeto de una crítica asesina por parte de un historiador muy famoso, Josep Fontana acudió en nuestra ayuda como buen camarada. Me emocioné mucho y desde entonces lo tengo en la más alta estima.

 

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[1] “Entre 1525 y 1867 llegaron a los dominios españoles en América un total de 2 072 300 cautivos africanos. Eso coloca a España como el segundo actor más importante en la trata atlántica, solo superado por Brasil (a donde llegaron 4 703 000 africanos), aunque algo por encima del Caribe británico (2 051 000) y bastante por encima del Caribe francés (1 101 200), de los Estados Unidos (388 700), del Caribe holandés (328 800) y de las islas danesas en el Caribe (61 200). Además, que 1 026 100 de aquellos cautivos africanos fueron embarcados en pabellón español” (Martín Rodrigo y Alharilla, Del olvido a la memoria. La esclavitud en la España contemporánea, Barcelona, Icària, 2022, p. 8).