Local Cambalache

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Fue en el otoño de 2002, después de un tiempo de reflexión y de ir poniendo en común unas cuantas ideas, cuando “aterrizamos” en el local cambalache, un lugar de encuentro, de trabajo y aprendizaje colectivo. Veníamos del movimiento estudiantil universitario, hartas de un modelo educativo que nos preparaba para insertarnos en el mercado sin hacer preguntas.

Desde el principio teníamos claras unas pocas cosas –que con el tiempo han ido cambiando, madurando y transformándose–; lo demás tendría que ir llegando con el trabajo cotidiano y con las prácticas, ideas y propuestas de otras muchas personas que, a lo largo de estos años, se han incorporado a Cambalache y han ido dando forma a aquellas primeras ilusiones que llenaban nuestras cabezas.

Porque siempre hemos sido eso: un proyecto en construcción, que busca a otras y otros para ir avanzando. ¿Hacia dónde? Muchas veces, ante la heterogeneidad de prácticas y de planteamientos políticos incluidos en la asociación, es difícil concretarlo. Lo que sí sabíamos entonces y seguimos manteniendo ahora es que es necesario actuar para cambiar todo aquello que nos aleja de las demás, que nos convierte en individuos aislados, que nos hace creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que es mejor levantar muros y barreras para que nada ajeno nos roce.

Queríamos, queremos, contaminarnos de lo ajeno, sentirnos afectadas por lo que ocurre a nuestro alrededor, en nuestro barrio, ciudad, tierra; pero también por lo que trasciende nuestra vida cotidiana. Queremos decidir, pero entre todas, escuchando todas las voces, los acentos y los matices. Queremos aprender y construir, porque sabemos que es posible, que muchas otras como nosotras —con pasos pequeños pero firmes— han ido construyendo otras formas de vivir y de relacionarnos.

¿Qué señalaríamos de Cambalache? ¿Qué nos caracteriza, para bien y para mal? Quizás la diversidad de un proyecto donde caben muchos: diferentes líneas de trabajo político colectivo, una editorial, una librería, un grupo de consumo responsable… Y todo ello a la vez, con la intención de que cada uno de los ámbitos de Cambalache alimente y fortalezca a los demás. La transversalidad de las líneas de trabajo, la intención de ser más que una mera suma de proyectos, es un planteamiento que, en la práctica, siempre es incompleto, contradictorio, incluso muchas veces frustrante. Pero consideramos que, con toda su dificultad, la interrelación entre las diferentes partes de Cambalache es una perspectiva que no podemos perder.
Nuestra concepción de la educación no es la que sufrimos en la universidad (o en la escuela). Buscamos otras fuentes, otros referentes, y hace tiempo nos encontramos con la Educación Popular, de la que rescatamos una serie de propuestas. Así, tratamos de trabajar por una educación con una perspectiva fundamentalmente comunitaria, con inserción en el barrio, en la ciudad, en el territorio; una educación entendida como un proceso de construcción colectiva del conocimiento, de autoorganización hacia una democracia real y directa; una educación que, frente al individualismo y la competitividad generalizada, nos permita reconocernos como seres interdependientes, en busca de otras formas de relacionarnos, de cuidarnos, de darnos afectos, autoridad y protagonismo, así como de atender a nuestras diferencias.
Consideramos que no es posible combatir la globalización capitalista sin entablar luchas enraizadas en nuestras realidades locales. Además, consideramos que hacer política no nos implica sólo a nivel del discurso, del debate puramente “ideológico”. Por ello, las diversas iniciativas que conviven y se entrelazan en Cambalache comparten una característica común: hacer política a partir de prácticas concretas que pretenden transformar las relaciones sociales aquí y ahora.