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Hace 50 años del nombramiento de Arias Navarro como presidente del Gobierno.
Esta es la historia de su fracasado intento por renovar y perdurar el franquismo.La camarilla de Franco (sus ayudantes, su médico, su esposa Carmen Polo) insisten en el nombramiento de Arias Navarro, un sorprendente bandazo que demuestra las mermadas capacidades de un dictador anciano. Un dictador superado por la crisis de su régimen, donde la oposición interior crece mientras la exterior se despereza, y donde los nuevos enemigos demuestran su audacia al matar, en pleno centro de Madrid, al propio presidente del Gobierno.
"No hay mal que por bien no venga", dirá Franco el 30 de diciembre de 1973 en su tradicional discurso de fin de año, porque "un nuevo rumbo político" se centrará en mantener "la solera de nuestro Movimiento". La camarilla del Pardo y, al final, el propio dictador, confían en que Arias cumpla con ese mandato de continuidad, pero la pasión franquista del nuevo presidente choca contra su razón aperturista: no quiere traicionar al caudillo pero sabe que "el espíritu del 18 de julio" no servirá para encarar los retos del presente ni del futuro. Su Gobierno, en definitiva, va a suponer un "fértil fracaso" para quienes anhelan un cambio de régimen.