La historia del sinuoso deambular de Franz Biberkopf, un ex convicto decidido a redimirse y a llevar una
vida honrada, por el bullicioso Berlín de entreguerras, no es más que el hilo con el que se teje el mapa moral y
geográfico de la ciudad en los años previos a la llegada al poder del Partido Nazi. La realidad descompuesta en
diversos planos se refleja aquí en un relato casi naturalista donde muchas veces la voz del narrador omnisciente se
confunde con la del protagonista y se insertan en ella, literalmente, fragmentos de la vida real, como anuncios,
folletos publicitarios, canciones de moda o cartas auténticas.
BERLÍN ALEXANDERPLATZ
AUTOR/A
DÖBLIN, ALFRED
<BR>Alfred Döblin (1878-1957) nació en Stettin (Szczecin), ciudad portuaria situada en lo que por entonces constituía la provincia prusiana de Pomerania, en el seno de una familia de comerciantes judíos asimilados. Estudió Medicina en Berlín y en Friburgo, y se especializó en enfermedades nerviosas.<BR><BR>Encontró su inspiración en la obra de Holdërlin, Schopenhauer, Freud y Nietzsche, antes de unirse al expresionismo, y publicó sus primeros poemas en la revista literaria Der Sturm. En 1915 obtuvo su primer éxito literario con la novela Los tres saltos de Wang-lun, que supuso una ruptura decisiva con la tradición de la novela burguesa alemana. Siguieron Wadzek contra la turbina de vapor (1918), una ácida sátira del capitalismo previo a Weimar, en donde Doblin aborda uno de los temas centrales de su narrativa posterior: la violencia de la técnica, único e implacable sujeto de la vida moderna; Wallenstein (1920), situada en la guerra de los Treinta Años, Berge Meere und Giganten (1924), curiosa novela de ciencia ficción, y, sobre todo, Berlin Alexanderplatz (1930), una obra panorámica, total, influida fuertemente por la del estadounidense John Dos Passos, que narra la vida de un antiguo convicto en la capital alemana. Inmediatamente después del incendio del Reichstag y la toma del poder por los nazis en 1933, huyó a Suiza y luego a París, donde coincidirá con Claire e Yvan Goll, Hermann Kesten, Arthur Koestler, Joseph Roth, Hans Sahl, y donde verá por última vez a Robert Musil. Obtuvo la nacionalidad francesa, y después, en 1940, se marchó a Estados Unidos, donde llegó a trabajar brevemente para la Metro Goldwyn Mayer escribiendo guiones por cien dólares a la semana. Tras convertirse al catolicismo, regresó en 1945 a Alemania, donde desempeñó labores de funcionario del gobierno militar francés como representante de la oficina de instrucción pública. Entre sus atribuciones estaba la de aprobar la publicación de los manuscritos que se sometían a las editoriales de la época, lo que le llevó a rechazar textos de autores que habían simpatizado con el régimen nazi, como Ernst Jünger o Gottfried Benn. Aquejado de la enfermedad de Parkinson, falleció en Emmendingen, el 26 de junio de 1957.<BR>