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Walt Whitman, padre de la poesía estadounidense moderna, es el poeta que puso la vida, la respiración, el cuerpo y el deseo en el centro de sus poemas desafiando las convenciones de su época. Rechazó la limitación de la métrica fija para dar rienda suelta a la sonoridad y para ampliar las posibilidades de la expresión poética con el verso libre: la forma ya no encorsetaría más el sentido, sino que este desbordaría todos los límites de la tradición. En Canto a mí mismo, el profeta del sí incondicional a la vida invita al hombre y la mujer común, a aquellos que trabajan con las manos y sienten en el pecho, a la heroicidad de la alegría, epopeya en la que, al final, todos los corazones laten al unísono. No se trata de un destino de superficial dicha y mera igualdad, sino que consiste en el gozo del esfuerzo, de la energía vital, del hacer de la vida misma un espacio donde quepamos todos.