En 1979, Herzog comenzaba un diario que iba a acabar en 1981 y que no será capaz de releer hasta pasados 24 años: Conquista de lo inútil, más bien un largo poema en prosa de dimensiones épicas, crónica de la locura ?la del personaje, que a lo largo del libro se va confundiendo con el director, o viceversa?, relato del desastre (no siempre imaginario, en gran medida convocado, invocado) y cómo no, de una conquista. Un texto escrito sin la certeza o la intención de que fuese publicado, y en ocasión del prodigio y los reveses de un viaje a la selva amazónica (pues el autor se negó a hacer la película en estudio, a echar mano de efectos especiales), una suerte de negativo o inversión de la tierra prometida, para rodar la historia de un magnate del caucho empeñado en construir una ópera en plena jungla, para lo cual deberá hacer pasar un barco por encima de una montaña. Un viaje de años, porque fueron años, en los todo lo que podía ir mal fue mal.
Tres décadas más tarde, esta Conquista se convierte en una obra de primer orden, celebrada por la crítica internacional y desde luego por sus lectores, que ahora serán también los de la edición española. He aquí, por cierto, un libro para quienes conocen y admiran la obra de Werner Herzog tanto como para aquellos no han visto sus películas pero aprecian los buenos libros y, sí, los libros geniales.
Porque, precisamente, sería un despropósito reducir esta Conquista de lo inútil a «diario de un cineasta». Si lo que se lleva es que los personajes famosos que no se dedican a la literatura escriban libros no siempre memorables, Conquista de lo inútil es en cambio el testimonio de un poeta que hace películas. No sólo no se trata de un informe de rodaje aunque tenga esa apariencia inicial, como ya se ha dicho hasta la saciedad. Conquista de lo inútil es un texto lírico, un libro de aventuras, casi un diario de la propia selva, si no fuese porque ella no se entera de lo que hace a los seres humanos; en parte una defensa ante acusaciones de todo tipo, sobre todo de locura peligrosa y por otra relato de un combate habitual y al mismo tiempo fuera de lo común con el mundo; cristalización de la soledad, la pasión, la tenacidad y obra de un aventurero de la imagen y la palabra, un hombre que decidirá medirse, una vez más con la naturaleza (ya había estado en la selva durante el rodaje de Aguirre, la cólera de Dios, ya había estado en muchos otros lugares), esa fuerza que todo lo descompone, incluso ?y empezando por- las relaciones humanas, y de la que no se sabe si acaba por conquistarlo a él o en realidad es él quien, como su personaje, se impone sobre algo más aplastante que la divinidad. Desde luego, ese mismo combate informa tantas películas de Herzog que casi podría hablarse de una poética y de una metafísica, aunque estas palabras complicadas no hagan justicia a la sencillez y potencia de esta Conquista del autor, y la lucha que aquí se narra sea profundamente física. Como tal vez lo sea un poco la experiencia de su lectura.
CONQUISTA DE LO INÚTIL
AUTOR/A
HERZOG, WERNER
Werner Herzog (1942) creció en un remoto pueblo de montaña en Baviera. De niño nunca fue al cine, no tenía televisión ni teléfono. En 1961, cuando todavía estaba en secundaria, trabajó como soldador en el turno de noche para producir su primera película. Tenía diecinueve años. Desde entonces ha producido, escrito y dirigido más de cincuenta películas, entre ellas Aguirre, la cólera de Dios, El enigma de Gaspar Hauser y Grizzly Man.<BR><BR>Vive en Los Ángeles, donde dirige una serie de seminarios de cine en los que no se imparte ningún tipo de enseñanza técnica, una escuela «para los que han viajado a pie, han mantenido el orden en un prostíbulo o han sido celadores en un asilo mental (...) en resumen, para los que tienen un sentido poético. Para los peregrinos. Para los que pueden contar un cuento a un niño de cuatro años y mantener su atención, para los que sienten un fuego en su interior».<BR><BR>Cineasta genial y aventurero irredento, se fue a la selva amazónica a finales de la década de 1970, tardó un par de años en filmar su Fitzcarraldo (el tiempo que le tomó hacer pasar el barco por una montaña entre dos ríos), ganó el Premio al Mejor Director en Cannes en 1982 y dejó escrito Conquista de lo inútil (2010), parafraseando de modo libérrimo al propio Herzog, es lo mejor que ha hecho. <BR><BR>Blackie books