Terminada la Guerra Civil, el aparato represivo del franquismo no se detuvo ante nada ni ante nadie en su intención de construir una España que bailara al compás del nuevo régimen fascista. En el caso de las mujeres, la represión no le limitó al ámbito público, sino que se instaló en las casas, invadiendo mesas y dormitorios. En poco tiempo, la Sección Femenina, con Pilar Primo de Rivera a la cabeza y en estrecha colaboración con la Iglesia católica, logró relegar a la mujer a las dos únicas funciones que podía realizar: ser esposa y madre, pues el talento creador y el analítico estaban reservados por Dios para las inteligencias varoniles, y bastaba con que las mujeres representaran los valores de la resignación, sumisión, entrega, sacrificio, aceptación y renuncia.
Si fueron muchas las que agacharon la cabeza y se pusieron a coser, hubo otras condenadas a la cárcel y unas cuantas que optaron por el exilio. Para casi todas, los cuarenta años de dictadura fueron un parentesis negro que se abría a la hipocresía, al dolor y la añoranza. De esas mujeres, que de tanto coser y cantar hasta se olvidaron de vivir, habla de este libro Carmen Domingo, un hermoso homenaje a un tiempo pasado que conviene no olvidar.
COSER Y CANTAR
LAS MUJERES BAJO LA DICTADURA FRANQUISTA
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