Para envío
Me he subido a un montón de piedras que había junto al camino y he mirado alrededor: el olivar, las viñas, los almendros, los tejados, los aerogeneradores, las nubes... he sentido la tranquilidad de saber que nada de eso será nunca mío.
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Tras el fuego del día llega la luna con su alivio pálido. Oigo el concierto de los grillos, pero no es suficiente: me gustaría ser capaz de saber qué sueñan las hormigas.
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Noviembre. El campo, cansado. El cielo, vacío. Y yo, entre uno y otro, sin rumbo.