«Para mí el amor es una escalera que avanza peldaño a peldaño hacia la cumbre más alta: se llega tan lejos como se puede y se va dejando atrás cuanto se vio en el camino; exige constancia. La pasión, en cambio, la veo como una escalera de caracol, sostenida siempre por un eje central fijo; se avanza en círculo y se pierde de vista la realidad porque no hay ningún paisaje continuo; exige una fe ciega.» La ruptura entre dos mujeres deriva en la crisis existencial de una de ellas, quien habrá de indagar en los motivos de ese desenlace y cuestionarse ante un testigo impasible las experiencias vividas. Su voz toma la fuerza del despecho y se adentra en ese amor como si de una adicción se tratara, en una valiente reflexión de cuánto ponemos en juego en toda relación afectiva. Flavia Company confiere a la novela «algo propio de la desesperanza, la nostalgia y la violencia del tango. La construcción, el estilo y el ritmo son absolutamente magníficos. Y tal es la fuerza de las palabras, que no podremos soltar el libro» (Martine Silber, Le Monde).