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Para las ciencias cognitivas, la experiencia humana es hasta ahora un hecho importante pero difícil de incluir como teme de investigación, Los autores se proponen ir más allá de esta limitación formulando una teoría de la circularidad transformacional entre mente y experiencia. Esta investigación se define congo una continuación moderna de la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty que demuestra las fecundas perspectivas que se abren cuando las ciencias cognitivas se combinan con la filosofía budista. Esta combinación permite superar la crisis del yo occidental, surgida a partir del reconocimiento de su falta de fundamento último. A este falso yo, que dio lugar a posiciones nihilistas pesimistas, se opone un sujeto en proceso, un sujeto que se va redefiniendo y reconociendo de un modo necesariamente parcial, descentrado y no originario o fundante de un movimiento en el que se articulan y reajustan constantemente los procesos cognitivos y la experiencia. El budismo enseña que la aceptación de la ausencia de fundamentos últimos puede llevar a nuevas perspectivas éticas y científicas basadas en la compasión. Hay que repensar y redefinir este concepto más allá de la tradición cristiana para entender su alcance como un nuevo deseo de conocer que puede dar un rumbo diferente a las metas de la ciencia contemporánea.