Antiguamente, las guerras y las revoluciones se contaban en las noches familiares; en ese momento incierto que deambula en el espacio que existe entre el final de la cena y el preciso Instante de irse a la cama. El relator solía ser el abuelo, la madre o el padre y si era bueno en su cometido nocturno, poniendo el adecuado énfasis en determinados pasajes de la narración y haciendo las paradas de silencio pertinentes, los chicos y chicas se negaban a retirarse a descansar, aunque estuvieran cayéndose materialmente de sueño. Desafortunadamente, la televisión primero y más tarde los juegos electrónicos de diferentes denominaciones, acabaron con esta sencilla y emocionante práctica. El objetivo de este libro de relatos supuestamente bélicos es sustituir la figura del cuentahistorias familiar. El libro que el lector puede hojear es una recopilación de sucedidos que nos pueden reconciliar con la tan traída y llevada Memoria. Son hechos humildes que nos indican que siempre se puede hacer algo v que además, se debe hacer. También son historias en las que personas sencillas con actitudes humildes buscan y a veces encuentran justicia o su forma bastarda: venganza. Algunos de estos relatos nos cuentan como, a veces, se puede vencer sin proponérselo.
