Para envío
El banquete de los atrabiliarios recupera el género del diálogo (socrático o platónico) para dar cuenta de ciertos conceptos que deambulan por territorios lingüísticos y gnoseológicos, pero también ontológicos. La reconstrucción de una velada donde se ilustra cierta pasión especulativa y cierta forma de hacer filosofía. El tratamiento es dialéctico bajo una doble dimensión: una subjetiva (confrontación entre los interlocutores) y otra más bien objetiva (confrontación entre diferentes tesis). El texto entero plantea un juego insolente de personajes e ideas que no quiere emanciparse de la vivencia concreta en que tiene lugar: un simposio o banquete por donde discurren analogías y metáforas, matrices y demostraciones, poemas y teoremas, rusticismos y términos académicos. Cada concepto se discute y cada conclusión se relativiza. Por lo demás, todo el intento se sostiene sobre una tergiversación intempestiva, a la que se concede particular crédito: primero, la filosofía; después, la vida. Pero no por nada sino porque, después de todo, son lo mismo al cabo.