Imaginaos no haber habitado la casa del ser, que el pensar no hubiese afirmado la residencia del hombre en las ideas sino en la tierra, imaginad, por un instante, el prestigio de la oscuridad, al primer exiliado del cuerpo luchando por el derecho a la diferencia y a la posesión de sus contradicciones, luchando contra el alma y su luz cegadora en la guerra por el mundo, por las residencias de las que fuimos expulsados, disgregando, haciendo desfallecer las fuerzas metafísicas, la angustia que provoca ver lo vivo muriendo, luchando por restaurar una ontología de los sentimientos vinculados a los otros, de las emociones íntimas. La oscuridad acogió nuestro devenir, en la noche hicimos acopio de silencio. Después, el lenguaje buscó durante siglos el vientre del animal, la raíz penetrando la tierra baldía, y la sombra, cohabitar al menos.?