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Los viajes oceánicos de Cristóbal Colón, Vasco de Gama y Fernando de Magallanes revolucionaron el conocimiento, sentaron las bases del mundo moderno y convirtieron el orbe en un gran teatro donde los actores se encontraban ante una realidad que, como en toda tragedia, se mostraba ambigua e inasible. El deseo
se confundía con la experiencia de los descubridores, cuyos relatos de viajes recurrían
inevitablemente a la fantasía, el sueño, la maravilla y el ingenio. Y en el escenario del mundo, estos elementos son especias de tanto valor como la canela, la pimienta o el clavo que descargaban las naves en los muelles de la Lisboa de Manuel I, y sirvieron para sazonar tanto el discurso de la realidad vivida como el de la verdad ansiada. A través del estudio del sueño mesiánico del rey dom Manuel I de Portugal, Isabel Soler nos muestra la difusa frontera entre la verdad y lo real, entre la idea del mundo
que ha de ser y el mundo que es.