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Tras la caída de Bizkaia en junio de 1937, el incipiente régimen franquista eligió Orduña como emplazamiento de un campo de concentración de prisioneros que pudiera dar cabida tanto a las decenas de miles de soldados capturados en el Frente del Norte como a aquellos penados por razones políticas que se encontraban hacinados en la Prisión Provincial de Vitoria. La estancia media de cada uno de ellos no fue excesivamente larga, pero su juventud fue aprovechada por las instituciones públicas y por pequeños y medianos empresarios para lucrarse de abundante mano de obra en condiciones equiparables a la esclavitud.
Terminada la guerra el campo mutó en Prisión Central, pero el trabajo forzado perduró hasta el cierre de la misma, ya en 1941.
Después de una larga investigación en archivos civiles y militares, el autor se adentra en esta obra en la realidad de un sistema esclavista desconocido hasta la fecha y que se sostuvo durante cuatro años merced a una tupida red de complicidades. El horror de lo acontecido en Orduña se muestra aquí desde el rigor metodológico, incorporando abundante documentación e imágenes que acreditan la magnitud de la tragedia.