Para envío
En junio de 2017, tres incendios sacudieron el mundo de manera casi simultánea. En Pedróg+úo Grande, Portugal, 66 personas fallec¡an bajo las llamas en un campo asfixiado por el calentamiento global y los eucaliptales. En la Galer¡a Nicolini de Lima, Perú, dos trabajadores mor¡an encerrados en condiciones de semiesclavitud, en contenedores apilados en el tejado del centro comercial. En la Torre Grenfell, en Londres, un incendio mataba a 72 personas de madrugada, mientras algunas cenaban y otras dorm¡an. Sin embargo, este no es un libro sobre incendios, al menos no en un sentido literal. Es un libro sobre la condición inflamable del capitalismo, un sistema cuya lógica âÇôcomo la del fuegoâÇô se extiende de forma implacable, consumiendo todo a su paso y dejando tras de s¡ cenizas, ruina y desposesión. Cada uno de estos incendios aqu¡ narrados sirve para reconstruir las condiciones históricas por las que la naturaleza ha sido mercantilizada, el trabajo explotado bajo el capitalismo global, y el neoliberalismo ha asaltado los espacios destinados a la reproducción social. Aqu¡, el fuego sirve tanto de metáfora como de fuerza material y tangible: expone la amoralidad estructural del orden capitalista, sus ciclos de destrucción social y ecológica, y su papel en la configuración de las condiciones planetarias actuales. Frente a esta realidad, la obra relee el mito de Prometeo más allá de su habitual interpretación como metáfora de dominación y progreso. Como s¡mbolo original de emancipación, el titán clásico permite articular una cr¡tica del productivismo capitalista, la modernidad eurocéntrica y la tecnocracia por un lado, y reivindicar por otro las prácticas comunales, las luchas sociales y las experiencias de resistencia del Sur global.