Günther Anders y Hannah Arendt, su primera esposa, se casaron en 1929 y se divorciaron en 1937. Tras el fallecimiento de Arendt, en 1975, Anders recuperó las notas que había tomado durante las discusiones filosóficas que la pareja mantuvo durante los primeros años de su matrimonio. Recordando los tiempos felices que ambos pasaron en Berlín y consciente de que Arendt fue el gran amor de su vida, empezó a reconstruir los diálogos que mantuvieron en ese período.
Si para Arendt ese matrimonio no fue más que una forma de escapar del que fuera su gran amor de juventud, Martin Heiddeger, para Anders, en cambio, ella fue el primer y verdadero amor de su vida. Por ello, enla Navidadde 1975, tras el fallecimiento de Arendt, recuperó los apuntes de los años berlineses vividos con ella; y no fue hasta 1985 que este texto adopto su forma definitiva por vez primera en lengua castellana.
El diálogo que se estableció entre ambos es el que marcará, con distinto éxito, la trayectoria de estos dos grandes filósofos. El escenario es un balconcito de la minúscula habitación en la que habitan. Günther y Hannah están sentados uno frente al otro. En el centro, un enorme cesto de cerezas.
La batalla puede comenzar.
LA BATALLA DE LAS CEREZAS
AUTOR/A
ANDERS, GÜNTHER
Nacido en 1902, fue soldado en la Primera Guerra Mundial<BR>a los 16 años; alumno de Husserl y Heidegger, ya en 1928 es uno de los más audaces denunciadores del hitlerismo como producto del capitalismo alemán, y en 1933 debe marchar al exilio con su mujer, la filósofa Hannah Arendt (la autora de La banalidad del mal, Poder y violencia, Eichman en Jerusalén). En Estados Unidos trabajará como obrero en fábricas y allí experimentará<BR>el significado de la dependencia del hombre a la técnica. En 1950 regresa a Alemania donde seis años después publicará su obra fundamental: Lo anticuado del ser humano. Visita Auschwitz y dirá: "Si se me pregunta en qué día me avergoncé absolutamente, responderé: en esta tarde de verano cuando en Auschwitz estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes, mis zapatos, mi maleta. Y me sentí -ya que no había sido un preso en Auschwitz porque me había salvado por casualidad- sí, me sentí un desertor".<BR><BR>"No fue por su participación en el movimiento dada, ni tampoco<BR>por los dibujos del Rostro de la clase dominante (desde ahora puesto en un plano de igualdad con los Desastres de Goya<BR>o los dibujos de Daumier para la Cencerrada) por lo que Grosz fue conocido o renombrado en los mayores círculos extra-artísticos, sino por el escándalo que suscitó su obra Crucificado con máscara de gas."<BR><BR>(Günther Anders)