Éste es un libro imperdonablemente antiguo. Versa sobre el tratamiento escasamente novedoso que un veterano (Fredric Jameson, Cleveland, 1934) hace de una idea muy arcaica (la dialéctica, Atenas, siglo IV a.C.). Todo, pues, muy demodé. Al calor bullicioso de la post-teoría, se nos invita hoy a regresarnos a las cosas mismas (a los cuerpos, los lugares, los afectos, los traumas, las memorias) en un alarde de fenomenología y positivismo impúdicamente ceñido a las exigencias ideológicas del poder, cada vez más local, que subvenciona la investigación. Evocar, en este contexto, la pasión dialéctica de Fredric Jameson supone conjurar un lejano horizonte de reflexión especulativa donde confluyen, bajo el estrabismo divergente y totalizador de Sartre, la dialéctica negativa de la teoría crítica (Adorno) y la compulsión diferencial de cierta teoría fuerte (Derrida, Deleuze). La dialéctica nos recuerda que entre las palabras y las cosas se extiende la fantasía conjetural de los conceptos. Una fantasía remota, pero quizás legítima.