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Este libro forma parte de la trilogía sobre la memoria histórica democrática publicada por la editorial Plaza y Valdés, destinada a garantizar en el sistema educativo el deber de memoria plasmado en el derecho internacional y en los derechos humanos: educar en la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
Trilogía que continúa el libro introductorio titulado La asignatura pendiente, en donde se analizan los mecanismos de construcción social de la desmemoria colectiva, el silencio, el miedo y el olvido que impuso la dictadura y que aún se pueden percibir en las páginas de los libros de texto y en la educación española.
El primer volumen, La historia silenciada, plasma en formato de libro de texto los contenidos que deberían formar parte del conocimiento escolar básico y actual de la historiografía contemporánea sobre la Segunda República, la represión de la dictadura franquista y la resistencia antifranquista.
Este segundo volumen, La memoria histórica democrática de las mujeres, se centra en el papel y el protagonismo de las mujeres durante la Segunda República, la guerra y el posterior exilio, situándolas en el lugar de la historia que merecen, y se completará con un tercero sobre su papel ante la represión franquista, la lucha antifranquista y la recuperación de la memoria histórica democrática.
Se pretende que España deje de ser una anomalía europea. Mientras que otras democracias en Europa se fundaron sobre el paradigma del antifascismo, la española lo hizo sobre el de la ?superación? y olvido del pasado. La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. No se puede construir un futuro con un pasado basado en la impunidad.
Las víctimas de la dictadura sufren una doble violencia: la de sus verdugos y la de ser borrados de la memoria colectiva. ?Que su nombre no se borre de la historia?, como decían las Trece Rosas y quienes iban a ser fusilados. No solo que no se borre, sino que ocupen un puesto protagonista en la historia quienes lucharon por una sociedad más justa, más libre y mejor.
La memoria histórica democrática debe ser un saber básico para las futuras generaciones, pues estas tienen derecho al conocimiento de la verdad. Solo si la educación incorpora este derecho fundamental a la verdad, la justicia y la reparación tendrán las futuras generaciones la posibilidad de garantizar la no repetición del fascismo y la consolidación de los valores democráticos de convivencia, pluralismo político, defensa de los derechos humanos, cultura de paz e igualdad de género.