Para envío
Los elementos que nos conducían a la reflexión elaborada por La Moneda Viviente estaban allí presentes desde hacía tiempo y al alcance de la mano de cualquiera (o casi); bastaba tan sólo un gesto, un pequeño paso, mínimo y profundo, varias veces intuido, pero que hasta entonces parecía infranqueable. [...] El cuerpo seguía entonces incomodando; el cuerpo más concreto, esa cosa hoy obvia, era entonces como un fantasma paseándose por una casa vacía. Esto es, que no se trata de la compra/venta de la fuerza de trabajo, sino de la materialidad misma del cuerpo, transformado ahora en riqueza y equivalente general de riqueza. Michel Foucault