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«Un día, mientras acariciaba a Torzal le dije: Bésame. Con gran sorpresa mía se apresuró a rozar mi nariz con su pico, que es el beso del pájaro. Imaginé que esa reacción era casual, pero al día siguiente contestó a mis palabras de la misma manera y siguió haciéndolo así toda su vida.» A sus cuarenta años, Len Howard parece destinada a tener una brillante carrera musical, pero un giro inesperado acaba transformando sus planes para siempre. En 1938 se traslada a East Sussex, a una cabaña rodeada por un gran jardín que bautiza como la casa de los pájaros, que será el escenario de una de las aventuras más fascinantes de toda la ornitología moderna. En sus escritos, Howard argumentó que la inteligencia individual, y no el mero instinto, es el factor determinante en gran parte del comportamiento de las aves, y se esforzó por ejercer un gran control sobre el entorno de sus aves maximizando la sensación de seguridad y fomentando una relación desinhibida con ellas. Para este fin, Howard era solitaria, y daba instrucciones estrictas a quienes se aventuraban a visitarla o deseaban contactar con ella. Su obra represent