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«Igual que el género, la sexualidad es política. Está organizada en sistemas de poder que alientan y recompensan a algunos individuos y actividades, mientras que castigan y suprimen a otros y otras», escribe Gayle Rubin. Aunque apareció por primera vez en 1984, Pensando el sexo sirve como denuncia ante la falta de reflexión de la sexualidad que exige su autora: «Ha llegado el momento de pensar sobre el sexo». Rubin explica que es precisamente en los momentos de mayor tensión social cuando tenemos que pensar en la sexualidad, porque esta va de la mano de sus propias políticas internas y de sus propias opresiones. Los conflictos sexuales hunden sus raíces en la historia cultural y tienen tal valor simbólico que permiten estudiar el presente. Porque sexo y sexualidad son, en cualquier caso, políticos.