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En cada momento de crisis el capitalismo aprovecha para reestructurarse, para volver a buscar los mecanismos económicos y sociales que le permiten rehacerse y sobrevivir unos años más. La crisis está representando una magnífica oportunidad, la excusa perfecta para que los sectores dominantes de la sociedad continúen construyendo una sociedad a la medida de sus intereses. Los poderosos no sólo consiguen evadir sus responsabilidades en el fracaso del modelo económico sino que, gracias al consenso mediático y académico, consiguen aplicar de manera conjunta todas aquellas políticas que llevaban tiempo anhelando. Tal y como se está planteando, la salida de la crisis no es ninguna buena noticia para la mayoría de la población. El resultado que se deriva de la aplicación de las medidas que supuestamente sirven para superar la crítica situación actual: la reforma del mercado de trabajo, la reforma fiscal, los recortes presupuestarios, la reforma de las pensiones, etc., representan la estocada final al sueño imposible de una sociedad capitalista con derechos sociales.