Para envío
«Yo mismo cultivé la leyenda de mi mala fama, que es la única fama respetable», dejaría dicho Quico Rivas (Cuenca, 1953-Ronda, 2008) en su última entrevista. Personaje tan esquivo como excesivo, tan singular como multifacético, dedicó toda su vida a la crítica de arte, al comisariado de exposiciones, al periodismo y a la investigación, también a la creación artística, literaria y hasta musical, a la escritura en definitiva, pero sobre todo a la agitación político-cultural, también a las profundidades de la noche, cosiendo con su empuje las ciudades de Sevilla, Madrid y Barcelona, vertebrando por el camino buena parte de la Movida y alrededores. Anárquico y anarquista, a pesar de su linaje aristocrático (o precisamente por ello), vivió siempre cómodo en los márgenes de la historia oficial. Su fascinante relato vital viene no obstante acompañado de encuentros o encontronazos con personalidades tan célebres como Pedro Almodóvar, Alberto García-Alix, Leopoldo María Panero, Guillermo Pérez Villalta, Paloma Chamorro, Juan Tamariz, Federico Jiménez Losantos, Santiago Auserón, Ceesepe o Kiko Veneno. Tras de sí dejó un rastro inagotable de textos e ideas, de acciones y omisiones, aquí por fin recopiladas a matyor gloria de uno de nuestros intelectruales más indómitos e inclasificables.