Con esta novela se dio a conocer Rafael Muñoa Gibello llegando a conquistar amplias zonas de lectores. Su personaje central, César Musoni, un joven de apenas 22 años, lucha en Montmartre por lograr su identificación como pintor a la vez que trata de sobreponerse a su íntimo pasado en donde palpita la posguerra española. Sin embargo, habrá de volver de nuevo a sus orígenes, movido por su primera exposición en Madrid. A partir de ahí comienza un trepidante ritmo narrativo cuya exposición gramatical turbará, sin duda, al lector, adentrándole en la situación límite que vive el protagonista, agravada por unas lacras sociales de las que tratará de evadirse para no desembocar en la disipación o en la muerte.
Refrendada por crítica y público Raíces del edén supuso la consagración del autor que, seguramente ha estudiado más a fondo la sociedad contemporánea, sobre todo, el mundo de la marginación y de la droga.
Junto con Montmartre, título que completa la obra, aparece ahora, corregida, en su tercera edición, a más de 30 años de distancia desde su aparición en 1981 (la segunda edición fue en 1991), sin que ninguna de esas dos ediciones lograse penetrar en los circuitos normales de difusión. O sea, sin llegar al gran público, a las librerías.
El hecho explica, sin ninguna duda, una de las obras más representativas de nuestra narrativa en su concepto existencial, cuya tradición empezó con el autor del Lazarillo, siguió con Mateo Alemán, pasó por Cervantes y Quevedo, Valle-Inclán la degradó con su categoría estética del esperpento, y el existencialismo le dio cuidada respuesta en cuanto proyecto del ser humano, connotando una comprensión largamente debatida y estilizada.
