La velocidad es la vejez del mundo... Llevados por su violencia no vamos a ninguna parte, s?lo nos contentamos con partir y abandonar lo vivo en provecho del vac?o de la rapidez. Tras haber significado largo tiempo la supresi?n de las distancias, la negaci?n del espacio, la velocidad equivale de pronto al aniquilamiento del Tiempo: se trata del estado de urgencia. De hecho, la carrera surge de la historia como una sublimaci?n de la caza; su aceleraci?n culmina el exterminio, la velocidad se convierte en un sino y un destino a la vez. Cazador, criador, marino, pirata y jinete, conductor de carros, automovilista, todos somos los soldados desconocidos de la dictadura del movimiento... Al parecer lo hab?amos olvidado, pero al lado de la riqueza y de su acumulaci?n est? la velocidad y su aceleraci?n, sin las cuales centralizaci?n y capitalizaci?n habr?an sido imposibles.