Traficantes de Sueños
"No hay planeta B" es uno de los lemas que ha teñido la acción política de los últimos años. La aceptación y conciencia de que sólo es posible vivir aquí y entre nosotres. "Confinados-a-la-Tierra", que nos nombrará Bruno Latour.
En un intento por asumir esa realidad y hacer de la vida un lugar más vivible, Donna Haraway nos abre las puertas de entrada al Chthuluceno a través de su libro "Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno" (Consonni, 2019). Su propuesta es clara: es imprescindible que la especie humana se asuma como parte de una comunidad mayor, prácticamente planetaria, para poder pensar el futuro. Sólo entendiendo que todos los seres vivos tienen que generar-con, que tienen que vivir (y morir) de forma común, habrá una posibilidad de seguir aquí.
Desde los seres microscópicos de Lynn Margulis a los entretejidos micélicos de Anna Tsing, pasando por los mundos imaginados de Ursula K. Le Guin, Haraway nos anima a comprender nuestras redes comunitarias entre especies desde la posibilidad de generar parentesco entre todes. Es un cuestionamiento de las relaciones establecidas históricamente y una nueva posibilidad de las vidas en común entre todos los seres vivos.
Dejemos que la ficción especulativa de Haraway, desde esos posibles mundos utópicos que imaginamos, nos pueda devolver a una comunidad desde la que pensarnos juntes.
"...El Chthuluceno, explica Haraway, requiere sim-poiesis, o hacer-con, en lugar de auto-poiesis, o auto-creación. Aprender a seguir con el problema de vivir y morir juntos en una tierra herida favorecerá un tipo de pensamiento que otorgará los medios para construir futuros más vivibles..."