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En su novela Voroshilovgrado, Serhiy Zhadan, uno de los escritores ucranianos más importantes de la actualidad, cuenta la historia de Herman, un joven que vive en Járkiv, una ciudad al noreste de Ucrania, que debe regresar a su tierra en Lugansk, en la región del Donbás, porque su hermano, que tiene una gasolinera, ha desaparecido. Herman emprende un viaje por carretera hacia una zona árida, devastada y abandonada a su suerte. Cuando llega a la gasolinera, pronto tomará conciencia de que se halla en un no-lugar, donde sólo crecen matojos y hierbajos, a merced de las brumas y los vientos, y bajo un calor húmedo y sofocante que hace que la vida allí resulte insoportable. Herman deberá enfrentarse a numerosos desafíos, desde su día a día con los empleados, pasando por las amenazas de los mafiosos locales que quieren adueñarse de su negocio, hasta su relación con Olga, su contable, y con los lugareños recelosos. Zhadan construye un mundo en fuga, fantasmal, y a veces incluso delirante, de carreteras desiertas -a la manera de Cormac McCarthy-, acotado por la sobrecogedora visión de los extensos maizales que se pierden en el horizonte, donde Herman acabará comprendiendo que es precisamente ese lugar, y ningún otro, el que puede darle sentido a su vida.