Se suele hablar del escaso nivel intelectual de los medios anarquistas españoles. Incluso hay autores que han relacionado el desarrollo del anarcosindicalismo con el atraso económico del país y una visión simplista de la sociedad revolucionaria. Tan poco cierto es que puede afirmarse que difícilmente podemos comprender la cultura española de los últimos ciento cincuenta años sin tener presente la acción del anarquismo.
Quienes hacen hincapié en al atraso económico, admitiendo este discutible concepto, olvidan que el anarcosindicalismo, traducción al mundo obrero de las ideas ácratas, se consolida en España, fundamentalmente, a partir de núcleos urbanos en los que la industrialización estaba más desarrollada. Tales son los casos de Cataluña, Levante, Sevilla, Zaragoza, la Bahía gaditana o La Coruña. A quienes enfatizan la procedencia obrera de los teóricos ácratas, que explicaría el simplismo, también hay que matizar su afirmación. Un ejemplo lo tenemos en la familia Montseny a la que se la puede situar más entre una pequeña burguesía radical que en la obrera. Como también sería el caso del gaditano Fermín Salvochea, procedente del republicanismo federal.
Sin embargo, poco se dice sobre la ingente labor cultural que el anarquismo español ha desarrollado. De su papel impulsor de actitudes que hoy están aceptadas con normalidad: la enseñanza laica, el naturismo, el vegetarianismo, etc.. La intención de este libro es dar a conocer la obra literaria de un gaditano, anarcosindicalista de práctica y anarquista de ideología, autodidacta y obrero. Es decir que reúne todas las limitaciones que los estudiosos emplean para enjuiciar la trayectoria del movimiento libertario español. Se trata de Vicente Ballester Tinoco, trabajador de la madera y militante de la CNT...
