Este trabajo habla sobre el efecto terapéutico del humor par alas más graves enfermedades de la religión y la política. Lleva finalmente por título las palabras necesarias para expresar que sólo la liberación de la inteligencia con todas sus potencialidades posibilitará la percepción estético-moral del otro como co-presencia que consiste en destino. El día que la inteligencia, trastornada o enmudecida, pueda advertir las cosas, y advertirse, desde los impulsos y tonos que le da la naturaleza, y con ellos, ese día será posible una etapa verdaderamente nueva, reformada, de la Humanidad.
AUTOR/A
COOPER, ANTHONY ASHLEY
Londres, 1671 - Nápoles, 1713. "No existe acaso una belleza natural de las figuras? ¿Por qué no puede haber pues otra igualmente natural de las acciones?...Apenas se contemplan las acciones, cuando inmediatamente se disciernen los afectos y las pasiones humanas (y hay muchas de ellas que se distinguen al mismo tiempo que se sienten) y la mirada interna distingue en seguida lo bello y bien formado, lo amable y admirable de lo deformado, lo impuro, lo odioso y despreciable. ¿Cómo entonces no reconocer lo mismo que estas distinciones se basan en la naturaleza, el mismo discernimiento es también natural?<BR>SHAFTESBURY, Anthony Ashley Cooper, Characteristics of Men, Manners, Opinions, Times.<BR>Anthony Ashley Cooper, tercer conde de Shaftesbury, tuvo la suerte de tener al gran filósofo y médico Locke como tutor. No obstante, este niño prodigio que leía fluidamente griego y latín a los once años, pronto se volvió un joven estudioso y autónomo. Rechazó la antropología política de corte hobbesiano-lockeano que postula el egoismo como instinto fundamental en el hombre para construir una nueva antropología que integrara tanto el impulso egoista como el altruista. Quizás en esto se inspirara en los clásicos ideales de harmonía y equilibrio que tanto admiraba. Estaba convencido de que existía un sensus communis que permitía a todo hombre discernir entre lo bueno y lo malo, el vicio y la virtud aunque falsas creencias y circunstancias adversas podían apartar a la naturaleza humana de la búsqueda de la excelencia. Nos interesa recuperar de Shaftesbury también su reivindicación del entusiasmo, el ingenio y el humor: facultades humanas hoy relegadas a un segundo plano pero como él bien dice, necesarias para ver nuestras ideas bajo todas las luces posibles.