Dar un giro en la forma de educar a los? ni?os en el siglo XXI es una deuda social de la que todos somos morosos.? Evidentemente? no se trata? de un atraso por desinter?s.? Somos deudores por haber tomado como real la idea de una infancia ?experimentada?, y ?adulta? creada por el marketing y transmitida por los medios comunicaci?n, que ha acabado por convertir a? los m?s peque?os en? grandes desconocidos, incluso dentro de sus propias familias.
Por otra parte, la globalizaci?n y la era digital que han tra?do consigo la socializaci?n? de los ni?os? a trav?s de Internet, nos muestran que urge cambiar la forma de? educar a los ni?os. No s?lo porque han nacido?? en un ambiente de interconectividad,? y? est?n acostumbrados? desde edades tempranas a recibir informaci?n visual? y? a la gratificaci?n inmediata, o porque?? aprenden a edades cada vez m?s? tempranas a moverse con naturalidad entre lo real y lo virtual, sino porque? desde el mundo de la tecnolog?a tienen? un? papel protagonista, por ejemplo en sus? juegos virtuales, as? como? en todo lo que est? pensado para ellos, que a menudo no tienen ni en sus hogares ni en la escuela.
Muchas veces los ni?os dominan mucho m?s que sus padres la relaci?n con ?el mundo virtual? que tantas horas les ocupa. Ello produce a menudo un distanciamiento entre hijos y padres, y ?stos precisan nuevas claves para educarles; unas claves que les permitan conciliar esta nueva realidad con lo que la autora denomina ?el aprendizaje activo y prosocial? que debe presidir la educaci?n de los ni?os.
