Los proyectiles no pueden esparcirse por todo el término de la ciudad. Así es que miramos líneas principales de comunicación y vías de escape. También dónde arda bien. Y usted sabe perfectamente igual que nosotros dónde está eso en una ciudad antigua. Nosotros no somos medievalistas, pero aun así también hemos oído que una ciudad como esa data del año 800 después de Cristo. Partiendo de eso, los lanzamientos tienen que concentrarse en los edificios que hagan esquina. Con eso lo vamos cerrando todo. En el caso ideal, un cerro de escombros a la entrada y a la salida de cada calle. El caso está cerrado y visto para sentencia cuando abrimos debidamente con explosivos los edificios a ambos lados de la calle. Entonces allá van palos, bidones y demás incendiarias para dentro. Y encima la tercera y cuarta oleada, otra vez explosivas e incendiarias. Eso nos da una retícula graneada también en transversal, aunque siempre repasemos por el mismo surco. Mire usted, los edificios intactos son difíciles de incendiar. Primero hay que descubrir los techos, abrir con explosivos agujeros que lleguen al segundo piso o de ser posible al primero, donde está lo combustible. En otro caso no tenemos incendio de área, ni tornado de fuego ni todo lo demás. Mi hermano es médico de la fuerza aérea. Es lo mismo que las curas de una herida muy extensa. No se puede limpiar una ya cicatrizada que ha hecho costra, como una ciudad se ha ido rehaciendo a lo largo de su historia, primero hay que reabrir la herida y rasparla de modo que tratemos con capilares frescos, y entonces se extiende por encima pomada y gasa.
ATAQUE AÉREO A HALBERSTADT, EL 8 DE ABRIL DE 1945
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Editorial:
Coleccion del libro:
Idioma:
Castellano
Número de páginas:
144
Dimensiones: 220 mm × 140 mm × 0 mm
Fecha de publicación:
2014
Materia:
ISBN:
978-84-7774-299-9
Traductor/a:
ARÁNTEGUI, JOSÉ LUIS