Hay en su lírica algo no-lírico. Algo puramente cerebral y visceral -sí, esa conjunción aquí es posible- que nos desvela a un poeta que no mira a las cosas para ensalzarlas o celebrarlas por su belleza, sino para examinarlas, comprenderlas y, al fin, explicárnoslas. Así, su Libro de las invitaciones se convierte precisamente en eso, en una invitación al mundo que él degusta y nos entrega. Un mundo que ya no es un mundo sino una galaxia figurada, mullida, geométrica: sólo suya. Porque este es, en definitiva, el libro de los homenajes. El libro y la enciclopedia. El libro de las versiones. El libro de las citas. El libro del reconocimiento. El libro de Aitor Francos, inteligente y conciso, con esa voz heredera del último Valente, del mejor Lorenzo Oliván y de la más cruda Maillard. Invitados quedamos: aquí está la llave.
Luna Miguel
Aitor Francos vuelve a enseñarnos en el Libro de las invitaciones que la poesía es tan necesaria como justa, e indaga en la duda y en la llaga. Observa y exige por las pérdidas del pasado, contempla y espera en un mundo falso de huérfanos y supervivientes. El revelador mundo poético de Aitor Francos nos traslada a escenas donde los órganos y el cuerpo, la Naturaleza y los ciclos se vuelven protagonistas mientras su autor continúa un proceso de búsqueda: escribo para reasignarme/ la insignificancia. El Libro de las invitaciones es eso: una mezcla de búsqueda y de síntomas de los que su autor no huye porque conoce sus fronteras, un poemario con el que Aitor Francos se confirma como una de las voces jóvenes españolas más interesantes del panorama actual.
Sara Herrera Peralta
