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En ningún lugar. En parte alguna es el relato de un encuentro entre Karoline von Günderrode y Heinrich von Kleist (supuestamente, en 1804) que Christa Wolf inventa, pero que podría haber tenido lugar y resulta perfectamente verosímil. Bien podrían haber coincidido los dos, pues frecuentaron los mismos ambientes y tuvieron conocidos comunes, y la conversación que mantienen para descubrirse casi almas gemelas se basa en afinidades demostrables a través de sus textos, sean de creación o de testimonio. El relato está precedido de un estudio filológico pionero sobre Karoline von Günderode (La sombra de un sueño), autora brillantísima pero silenciada por su tiempo y por la Historia de la Literatura, de quien descubrimos mucho gracias a Christa Wolf, quien, a veces a través de citas de la romántica y otras con sus propias palabras, profundiza en lo que es tema central de todo el libro: la reflexión sobre la función del arte (que se puede extender a: la función de los clásicos) y sobre el papel del artista en la sociedad, especialmente en una sociedad por así decirlo: “en construcción”. De nuevo, esto puede referirse a la época entre finales del XVIII y principios del XIX… o a la RDA, pues Christa Wolf, que era germanista y conocía a fondo la literatura clásica alemana y todo su calado en el pensamiento, la historia y la realidad política, sin duda tenía muy presente este paralelismo.